Escapistas
Viendo la forma de evadirse de Puigdemont alguien podría recordar a Houdini, el ilusionista que se deshacía de cadenas bajo el agua. Nada que ver. ... Puigdemont es un escapista, sí, pero demasiado burdo. Y además necesita la asistencia de un coro de compinches que le faciliten la fuga. Él a lo más que llega por sí mismo es a meterse en el maletero de un coche mientras promete que está en su despacho al pie del cañón independentista o a ponerse un sombrero de paja para confundirse entre la multitud y dejar que sus subalternos lo pierdan por las calles de Barcelona.
En lo que sí se parecen Houdini y Puigdemont es en el asombro que causan en el público. El primero por su habilidad, el segundo por la torpeza de quienes debieran ponerle los grilletes, si es que torpeza se puede llamar a la connivencia. Lo de Houdini era espectacular y lo de Puigdemont es un truco de feria de pueblo. La prensa alemana ha calificado el numerito de Barcelona como 'circo'. Eso sí es acercarse a la realidad. Y, naturalmente, el payaso es Puigemont, que llevó a cabo una pantomima muy digna de su paisano Charlie Rivel, aquel que aullaba para no decir nada y que se pasaba varios minutos buscando la silla que arrastraba pegada a su culo.
El papel de Puigdemont está claro. El farsante, el payaso que proclama una república de medio minuto o que promete volver del 'exili' para asistir al pleno del Parlament y que lo único que hace es jugar al escondite para indignidad de quien ostentó la presidencia de una institución tan relevante como la presidencia de la Generalitat de Cataluña. Lo que no está claro es quién o quiénes son los responsables de la astracanada. Quién o quiénes actuaron como jefes de pista en el espectáculo de ese circo de tercera y consintieron que el bufón representara su número con total impunidad y luego volviese a su retiro dorado de Waterloo o continuase la mofa en cualquier residencia de Barcelona o Gerona. Es cierto que la tomadura de pelo es general, sobre todo por parte de quienes quieren hacernos creer que montar un escenario en la vía pública para que un prófugo de la justicia dé un mitin es algo normal e inevitable. Señalan a los mossos como únicos responsables, como si los agentes no hubieran recibido previamente instrucciones para montar un operativo de una forma o de otra y no hubiesen sido tomados como meros peones en un tablero dominado por torres y caballos. Ahí, en esa elusión y ocultamiento de responsabilidades, es donde están los verdaderos escapistas de esta deplorable historieta. Los que ahora juegan a desprenderse de cadenas y candados no bajo el agua sino sobre mullidas moquetas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión