El enroque de Pedro Sánchez
CARTA DEL DIRECTOR ·
Hay un curioso movimiento de ajedrez que consiste en resguardar al rey en un flanco, detrás de los peones y escoltado por la torre. Se ... trata de garantizar la seguridad del rey y evitar que esté expuesto a los ataques. Y me ha venido a la memoria este movimiento, el enroque, porque encaja en la estrategia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la gestión de la crisis del coronavirus. Frente a su aparente exposición mediática, el presidente se ha enrocado detrás de los expertos, de los militares y del resto de fuerzas de seguridad del Estado, que actúan como peones en la defensa del rey con procedimientos, al menos, de dudosa justificación. Como ha escrito esta semana en 'El País' el articulista Josep Ramoneda, Sánchez ha optado por el «buenismo autoritario» en una suerte de gestión acompañada «en la práctica por una recentralización radical y un vetusto discurso de unidad, patria y fuerzas armadas». Su modelo suena tan rancio y a la vez tan peligroso que en otras circunstancias y con otros protagonistas se habría convertido, con toda razón, en un escándalo.
Sánchez y su Gobierno se han empeñado en delegar la toma de decisiones en un imaginario de expertos, técnicos, profesionales, policías y militares que preservan al presidente de cualquier ataque y le exoneran, sólo aparentemente, de cualquier responsabilidad, olvidando que, precisamente, el papel de un Gobierno es el de tomar decisiones. Los ciudadanos, quizá aturdidos y atemorizados por el impacto del virus, hemos cedido enormes parcelas de libertad y derechos que debemos recuperar de inmediato porque, además, las hemos dejado en manos de personas que generan fundadas sospechas por el uso que puedan hacer de esta situación.
Ocurre que la oposición ha hecho también dejación de sus funciones. Uno, Vox, por exceso, incapaz de modular su discurso dentro de un terreno de juego razonable, y otros, PP y Ciudadanos, por falta de solidez. Demasiado toro para Casado y Arrimadas, lo que nos hace pensar que este país ha afrontado la peor crisis de nuestra generación con unos políticos en prácticas al frente del Gobierno y de la oposición; sin experiencia, sin recursos y con altas dosis de frivolidad o inconsciencia. Al PP, además, le traicionan sus propios recuerdos, con una sensación permanente de agravio por el comportamiento de la oposición en las crisis del 'Prestige', la guerra de Irak, el atentado del 11-M o el ébola que no le dejan actuar con sentido de Estado y le hacen deambular por el tablero dando palos de ciego, con el sinsentido culminante de una foto del líder Casado soñando frente al espejo de un baño con ser lo que no es; al menos por el momento.
España se la juega en esta partida y no puede quedar al albur de la suerte. Los ciudadanos debemos superar los miedos si queremos evitar que el Covid-19 ponga en riesgo no sólo nuestra vida sino nuestra economía, nuestro futuro y, sobre todo, nuestros derechos y libertades.
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