Edmundo el bueno, o el regular
A algunos nos educaron con la leyenda de Guzmán el Bueno arrojando una daga desde las almenas para que asesinaran con ella a su hijo. ... Todo antes que entregar Tarifa al enemigo. Unos siglos después, el coronel Moscardó fue sometido al mismo chantaje. Los milicianos que sitiaban el Alcázar amenazaron con fusilar a su hijo si no rendía el baluarte. Para dar fe de su amenaza pusieron en comunicación telefónica al hijo con el padre. La conversación fue propia de una película de Cifesa: «¿Qué hay, hijo mío?». «Nada, que dicen que me van a fusilar si el Alcázar no se rinde, pero no te preocupes por mí, papá». Ante esa confirmación Moscardó le dice a su hijo que dé un viva a Cristo Rey y a España al tiempo que comunica a los milicianos que no agoten el plazo que le habían dado y que pueden fusilar a su hijo inmediatamente.
La cosa viene a cuento por el asunto de Edmundo González Urrutia y su firma reconociendo la victoria electoral de Maduro. Un problema venezolano que se ha convertido en un asunto interno español. Con la ya natural -por muy antinatural que sea la disputa partidista en política exterior- bronca entre el PP y el Gobierno. En medio de la trifulca el liviano Edmundo no deja de emitir comunicados de agradecimiento y disculpa. Agradece al PP su actitud y al mismo tiempo agradece al Gobierno la suya, no importa que sean contradictorias. González Urrutia se ve algo apocado y excusa su salida venezolana argumentando que le dijeron que si no firmaba tendría que atenerse a las consecuencias.
Una hija suya vive en Venezuela, y Edmundo no tiene el violento arranque de Guzmán ni la inhumana templanza de Moscardó. Individuos a los que les faltaba tiempo para mandar a sus hijos al otro mundo. Las consecuencias a las que temía Edmundo González, si es que esas consecuencias se referían a su hija y no a su propio pellejo, eran filfa para Guzmán y Moscardó. Hay que entenderlo. Pero el caso es que su hija sigue en Venezuela y desde aquí Edmundo no para de atacar verbalmente al impostor Maduro, como si ya no temiese a las malditas consecuencias. Desde la comodidad del primer mundo es fácil pedir heroísmos. Aunque ni siquiera en eso se ponen de acuerdo PP y PSOE. Pedro Sánchez proclamó héroe a Edmundo. González Pons, desde el PP, concedió el aura heroica a Corina Machado, dando a entender que Edmundo es un jijas sin chicha de supermán. Ni en almenas ni en alcázares. La sensación es que el pobre Edmundo va en el carricoche de una montaña rusa de fabricación venezolana y con furibundos mecánicos españoles mientras el verdadero responsable de todo, Maduro, sigue al frente de la feria.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión