Ecoturismo y vacas mochileras
VOLTAJE ·
En las mejores ciudades, lo mejor que se puede hacer es perderseSe supone que la actividad más contaminante que puede practicar el ser humano es viajar. Esto arroja un dilema para los que nos gusta viajar ... y estamos preocupados por el estado en el que vamos a dejar el mundo. Seguimos viajando, pero la conciencia puede empezar a desmoronarse. Vivir la vida sin emisiones no es posible a día de hoy, a no ser que quiera uno convertirse en un ermitaño o desplazarse siempre en bicicleta o en un barco que no contamina, como hizo una líder del ecologismo para que no le entrara ni un reproche, demostrando que también se puede viajar sin contaminar, pero eso cuesta mucho dinero. La idea de que viajar es demasiado asequible y la propuesta de convertirlo en algo exclusivo, como antes, supondría que los pobres dejaran de viajar, o viajaran mucho menos, mientras que los del otro lado seguirían viajando lo mismo, o puede que más. El sentir ecológico también se demuestra a golpe de talonario.
Hay distintas formas de viajar: cuidado con quedarse en un apartamento. La mayoría de las veces hay que inclinarse por casas de amigos, para lo que se debe dotar de la paciencia de hacer el menor ruido posible, aunque también hay que darse a la buena vida e ir a hoteles que parezcan más caros de lo que son, y hundir nuestra miseria en la placidez de la carta de almohadas, o servirse una copa de cava en el bufé del desayuno.
El caso es limitar en la medida de las posibilidades nuestra huella sobre el terreno. La manera que mejor me funciona para aplacar esta conciencia que vive en un cuerpo contaminante es caminar. Hoy en Viena han sido 23 kilómetros, que es como haber echado un día de peregrinación. La conversión en 'flâneur', que es como los franceses y las personas con ínfulas literarias llamamos a los andarines. En las mejores ciudades, como en Viena, lo mejor que se puede hacer es perderse.
Qué vamos a hacerle. Insisto en que una vida sostenible es complicadísima. Tampoco se puede dejar el futuro del mundo en el ciudadano de a pie, que somos unos irresponsables. Las vacas contaminan con sus ventosidades porque expulsan metano (¿nosotros no?) y, en las granjas ecológicas, les ponen una bolsa enorme sobre sus lomos para conservar el gas, que puede llegar a usarse como combustible. La idea de desplazarme impulsado por la energía del pedo de una vaca me produce cierta inquietud. En Argentina, un país que en muchos sentidos es un enorme asador, fracasó el proyecto de 'vacas mochileras' destinado a tal fin. Ahora abogan por cambiar la dieta de las vacas. Para los gases, dicen que el hinojo funciona.
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