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Ñito Salas
Laicismo

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La Semana Santa nos vuelve a acostumbrar a la extemporánea imagen en la que se juntan el poder eclesiástico con el civil y el militar y que muestra que tener un Estado aconfesional no es suficiente

Domingo, 27 de abril 2025, 00:04

La libertad religiosa es un principio democrático indiscutible. Y un Estado aconfesional, es decir, sin religión oficial pero sí sensible a la religiosidad de la ... ciudadanía, lo garantiza. Ésa es la teoría. La realidad es algo diferente. El Estado aconfesional, el que consigna la Constitución Española de 1978, favorece a la religión mayoritaria, sin muchas veces prestar atención a las demás, y sin tener en consideración la creciente secularización de la sociedad española en sus usos y costumbres. El aconfesionalismo tiene como base para su actuación que el Estado ha de ser un reflejo del pueblo al que representa y eso resulta en que se le presta un trato de favor a la religión mayoritaria no sólo en la aplicación de las normas (como las económicas o las fiscales) sino también en su elaboración, además de en el uso del espacio público.

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