La conquista del fango
Pedro Sánchez ha obtenido una nueva victoria. Fango es la palabra. Ha impuesto el término. Naturalmente, no lo ha hecho por un interés lingüístico. El ... fango es materia política. Ideología. Lo asocian a la máquina que lo produce, según atribuyó erróneamente Sánchez en su penosa carta a Umberto Eco. Los industriales del fango son Vox y el PP, que en el imaginario del presidente del Gobierno y su coro de ángeles, son la misma cosa. El mantra electoral 'derecha y ultraderecha' va unido al fango.
El fango es una Antártida pútrida con aguerridos Amundsens dispuestos a conquistarla. Todos van dejando sus embarradas banderas en el lodazal. Gente de la apestosa fachosfera, sí, pero también decididos espontáneos con carné socialista, qué le vamos a hacer, por no hablar de los sumadores, con Yolanda Díaz al frente convirtiendo el fango directamente en mierda. Unos y otros pugnan por alcanzar la cumbre de tan oscuro territorio. Una región que uno, como la conquistada por el explorador noruego, imaginaba remota. Pero no. La tenemos aquí mismo. La puede usted pisar al poner un pie en la calle, al conectar la radio o el televisor. Respirarla al abrir un periódico. Riánse de la antigua carrera espacial de norteameticanos y rusos. Aquí cada día envían a la atmósfera un apolo o un soyuz. Aquellas viejas broncas de Aznar y Felipe González son la perrita Laika de esta apoteósica conquista del fanguizal.
El fango, hemos dicho, es ideología, pero también es estrategia. Fundamentalmente es estrategia. La empleó ayer, antes de ayer para el lector, Santiago Abascal a raíz del atentado con arma blanca en Mannheim, Alemania. El líder de Vox afirmó en X que el terrorista es un aliado de Sánchez «pidiendo que le premien». Estrategia electoral en busca del ganado xenófobo. Ansia de ahondar en la radicalización para arrebatar dudosos al PP de cara al próximo domingo. Un paso atrás para el hombre y un gran salto en el fango para la humanidad, según la teoría inversa del astronauta Armstrong. En el PSOE se plantean llevar el asunto a los tribunales. Falta haría. Sin embargo, la peor medida que pueden adoptar los socialistas, y mucho nos tememos que sucederá, es la de achacar la barbarie verbal de Abascal al PP. Es el procedimiento sistemático que vienen aplicando sin tregua y que solo sirve para crispar. Y para arañar votos. Estrategia. Si la sociedad se radicaliza más aún, poco importa. Aquí solo interesa la distribución y adjudicación del fango. La conquista del gran lodazal por unos individuos con aspiraciones de grandes exploradores pero que en realidad no son otra cosa que repartidores de basura a domicilio.
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