La ciudad-verbena
La rotonda ·
Málaga corre el riesgo de morir de éxito si no regula las horas punta del alumbrado navideñoMálaga corre el riesgo de morir de éxito si no regula el tráfico rodado y el tránsito peatonal en el Centro durante las horas punta ... del alumbrado navideño. Lo ocurrido el pasado puente de la Constitución debería ser un aviso a dirigentes y Policía Local, responsables de la seguridad en la capital; y también a quienes decidimos llegar con nuestro propio coche hasta el mismo epicentro del espectáculo de animación ideado por el equipo de gobierno.
A veces tengo la sensación de que, tras una década de vacas muy flacas y con la amenaza de nuevos nubarrones en el horizonte, queremos aprovechar a tope el guateque. Y es legítimo. La cuestión es que, en esto, como en tantos otros órdenes de la vida, hay grados. Y una cosa es la propuesta de convertir la arteria comercial e histórica de Málaga en un catálogo de propuestas navideñas con onda expansiva a comercios, bares y restaurantes. Y otra, muy diferente, dejar que todo eso fluya sin más límite que el lleno de las cajas registradoras. Al menos alguien debería entonces plantear un periodo especial en la ordenación de la circulación y de los accesos peatonales al Centro para evitar las aglomeraciones, de la misma manera que se hace en Semana Santa o en Feria. Porque, más allá del argumento maniqueo de 'o esto o la miseria', lo cierto es que Málaga acabó siendo el pasado fin de semana una ratonera, con los 'parkings' colapsados, el carril oeste del Paseo de la Farola convertido en una caravana de entrada al aparcamiento de Muelle Uno y la Alameda y la plaza de la Marina sin permeabilidad ninguna. Bastaba ver el domingo el gesto cariacontecido del segundo teniente de alcalde y del concejal de Seguridad en las inmediaciones de Larios. Su expresión contenía el temor compartido por otros muchos a que una simple broma provocase una estampida como la célebre de aquella 'madrugá' sevillana o el conato que tuvimos aquí en Carretería en aquel Lunes Santo de 2017.
Y luego, claro, está el modelo de ciudad que queremos para Navidad. Comparto con De la Torre su vocación europeísta de una urbe abierta con un casco urbano transitable, reforzado con la combinación de marcas como Picasso, Pompidou, Thyssen, Soho o Teatro Antonio Banderas; y la proximidad de otras como Museo San Petersburgo y la oferta hostelera del propio centro o Muelle Uno. Sin duda. Por eso, me choca esta obsesión por la estridencia de verbena al estilo Tere Porras con Mariah Carey de fondo. Francamente, creo que no nos hace falta.
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