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El extranjero

Una catástrofe, un voto

Qué envergadura debe alcanzar un siniestro para que la autoridad abandone sus vacaciones

Viernes, 15 de agosto 2025, 02:00

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A falta de serpiente de verano tenemos al ministro Puente y sus ágiles dedos en el tecleo de X. Después del descanso veraniego del culebrón ... cutre de Ábalos, el encarcelamiento de Cerdán y el entramado del hacendoso Montoro, parecía que los informativos estaban destinados básicamente a preguntarle a la ciudadanía si tiene calor y si prefiere ir por la sombra. Pero he aquí que media España se quema y las llamas se convierten en materia política. Y, claro, ahí está el fusilero Óscar Puente. Y lo cierto es que más allá de su tono frívolo, sus puyas han servido para abrir un debate que viene coleando desde la dana de octubre. ¿En qué momento debe personarse un presidente autónomo, un alcalde o un presidente de Gobierno en una catástrofe? ¿Qué envergadura debe alcanzar un siniestro para que la autoridad abandone su agenda o sus vacaciones para acudir al lugar del desastre? El ministro Puente parece tenerlo muy claro. Y también Pedro Sánchez lo tenía en 2015 reprochándole a Mariano Rajoy que no pisara el barro en la Ribera del Ebro cuando el río se desbordó. «¿Qué coño tiene que pasar para que Rajoy pise el barro?» Cuántos muertos tiene que haber en los incendios de Castilla y León para que Sánchez pise las ascuas. Cuánto tiempo antes tendría que haber hecho lo mismo Fernández Mañueco. La línea es sutil, tanto, que alguna ministra ha dejado solo a Puente en su personal visión de la realidad, o de las realidades, porque para el ministro la realidad parece tener dos caras. La cabal y la de la fachosfera.

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