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Campañas híbridas

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Domingo, 18 de noviembre 2018, 00:04

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Los candidatos tienen ya papeletas para hacer campaña dentro de veinte años a bordo de vehículos eléctricos y así no incurrir en graves contradicciones ambientales. Ir de gasolinera en gasolinera por esas carreteras resulta una foto poco edificante, la peor logística cuando se va a dar un mitin sobre cambio climático. Pactos y deserciones siempre serán una movilidad más sostenible que clamar por la economía verde en Andalucía desde un autobús que se aleja oculto en su humareda. La agenda rutera de los partidos marca a los candidatos, con sus argumentarios y su huella de carbono a cuestas. Hasta el menos verde se sonrojaría si se dividen las propuestas inviables que es capaz de lanzar en veinte días por los kilos de dióxido de carbono emitidos para propagarlos por plazas, mercados y polideportivos. El resultado deja una huella más profunda en la atmósfera que en los votantes. El futuro apunta a las campañas descarbonizadas y digitales pero con su inevitable ruido de sondeos y meteduras de pata. No hemos hecho más que empezar el carrusel en Andalucía, y lo importante es la difícil recarga de ideas a diferente voltaje, rural y urbano, para no quedarse tirado sin batería por esos rincones demoscópicos del demonio.

Ante los deberes ambientales que marca la UE , Sánchez juega a ser el primero de la clase aun a costa de poner en el corredor de la muerte a industria, talleres y gasolineras. Soñar es gratis, también a fecha fija, y si tenemos en cuenta que era un presidente inverosimil hasta el pasado verano, nada impide atribuirle una obsolescencia tardía, incluso para que a mitad de siglo pretenda que circulemos en utilitarios voladores que habrán convertido en antigualla los vehículos eléctricos. La política y la tecnología siempre nos acaban sorprendiendo, a veces con la primera adelantando a los científicos en sus medidas temerarias o como kamikazes sin frenos por el carril contrario a la realidad. Veinte años no es casi nada, y ahora que andamos metidos en campaña, como hace 40 lo estábamos para votar la Constitución, la nostalgia pone frente a las banderas al viento en un 2CV la nueva escenografía donde los tuiteros de guardia no se privan de contaminar con los mensajes de origen fósil. Nadie pide a los candidatos que sean los gladiadores a pelo del circo electoral, pero sí que ofrezcan algo más que mítines con aires de final de la superbowl. De la épica del megáfono al mensaje críptico del hackathon ha llovido mucho, pero aún no vemos gafas de realidad virtual capaces de ganarle a la foto sin retocar de aquellos políticos que estrenaban veinte días de vértigo a base de cubo, cola y cepillo. Ahora gana el photoshop, pero el presente digital amarillea antes de ser pasado. Los liderazgos en juego, como los coches eléctricos, necesitan permanente recarga. El día 2 no hay una meta con victoria sino el desvío al camino de los pactos. La campaña se ha vuelto un puro cartel anunciando muchos baches.

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