La calle en silla de ruedas
VOLTAJE ·
En todas las ciudades se produce una discriminación diaria a personas con problemas de movilidadHay un viejo experimento que quizá alguna vez todos deberíamos hacer o, por lo menos, imaginarlo, y que consiste en pasar unas cuantas horas moviéndonos ... por la ciudad y disfrutando de sus servicios y del ocio en una silla de ruedas. Así nos daríamos cuenta de la evidencia de lo poco adaptadas que suelen estar las ciudades para personas que, por cualquier motivo, de forma temporal o no, estén imposibilitadas para caminar, y el infierno de barreras que estaríamos pasando cualquiera de nosotros cuando nos vemos en esa situación. Todos los días, en nuestras ciudades y en nuestros pueblos, se produce una discriminación a quienes se ven obligados a desplazarse en silla de ruedas.
He pensado mucho en esto después de entrevistar a Dabiz Riaño, protagonista de un documental presentado en el Festival de Málaga, '7 lagos, 7 vidas'. Riaño es un científico cuya vida se torció por un diagnóstico de ELA que le ha dejado en una silla de ruedas de una manera que, por ahora, es permanente y fatal. Con motivo de su visita, quiso bañarse en una playa y dar por culminado su increíble viaje de seis meses por los lagos de Europa. Quise averiguar qué playa era mejor para él. En Málaga hay tres orillas accesibles (La Misericordia, El Dedo y, en menor medida, La Malagueta), con caminos que conducen al agua, vestuarios adaptados y, a partir del 15 de junio, el Ayuntamiento ofrece un servicio diario de asistencia durante todo el verano (hasta entonces está disponible los fines de semana), con la posibilidad de préstamo de sillas-anfibio, y un personal amable dispuesto a ayudar a quien se presente, aumentando así su grado de disfrute, y su libertad. Es bueno reconocerlo.
Ha sido una revelación conocer que Riaño opina que Málaga es una de las ciudades españolas mejor adaptadas de todas las que ha visto. No es una conclusión que haya sacado de forma improvisada: pasó tres meses aquí y cogió autobuses, el metro, fue a una piscina pública, y encontró más facilidades que en otros sitios. Claro que hay dificultades: las personas con capacidades especiales se encuentran todos los días con muchas barreras, con problemas de accesibilidad y batallas para que les concedan sus derechos. Pienso en el barrio en el que vivo y no sería fácil llegar aquí. O en tantos edificios y servicios que no están adaptados, o calles que directamente sería mejor evitar. Ahora que en la capital malagueña estamos enredados en un magnífico follón con el empleo de las bicicletas, no está de más recordar que hay un porcentaje quizá minoritario pero nada despreciable de población que también se desplaza sobre ruedas, pero no lo hacen precisamente por gusto.
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