Un bote de crecepelo, por favor
Un error de envasado ha confundido crecepelo con un medicamento para la digestión
Al holandés que encargaba asesinatos y ha sido detenido en San Pedro y al asesino francés detenido en Marbella se les ha caído el pelo, ... aunque se les cayó un poco más a los ya asesinados. No es bueno hacer leña del pelo caído, aunque ahora sabemos que los calvos lo son porque quieren. Hace muchos años fui al médico porque padecía anemia y tras consultar los análisis el señor doctor me preguntó si deseaba dejar de ser calvo. Lo zanjé con un rebatible «yo no soy calvo» que le hizo centrarse en la mala sangre. Yo me imaginaba llegando a casa con flequillo y, mientras veíamos una serie, sintiendo la insistente mirada de reojo de mi mujer, la de mis hijos. Lo ideal es que no se caiga el pelo, pero si se te cae pues nada, a barrerlo y a otra cosa. En un nuevo capítulo de nuestra historia sanitaria contada por Ibáñez, el creador de Mortadelo, Sanidad ha clausurado un laboratorio malagueño que distribuyó crecepelo en lugar de un medicamento para la digestión. Hombres como montañas viajando a Turquía cuando podían tomarles el pelo en el polígono Guadalhorce. Como publicidad me parece enrevesada, y un poco triste (pues hay niños enfermos, pero sanarán del todo), aunque efectiva: el crecepelo funciona.
Es muy probable que las farmacias se hayan llenado de señores comprando tiritas y preguntando en voz baja si tienen lo del pelo, «no omeprazol sino lo otro». Es cierto que hay calvas incómodas, pues cuando brilla el sol crean reflejos que deslumbran a los comensales, así que a la farmacia, hombre. Parece que no se acuerdan que tener pelo no conlleva ser guapo, y que hay que decidir cómo de corto lo quieres y cómo peinarlo. El que recobra pelo puede adquirir un trauma que se le pase al estómago y al final le haga necesitar omeprazol y se cierre el círculo.
De los detenidos de arriba hay que alegrarse, pero no mucho, que los asesinatos los hayan cometido fuera de España. Ya encabezamos el paro de muy larga duración, para que encima vengan a matarnos (es verdad que si los asesinados son desempleados el paro baja, aunque se queda todo pringando de sangre, lo que por otra parte obliga a contratar personal extra de limpieza y baja el paro todavía más). Lo más llamativo de las dos últimas detenciones no es la cantidad de pelo sino el grado de especialización. El holandés no mataba sino que encargaba las muertes, una especie de gestor del asesinato. A veces entran ganas de matar a alguien pero no quieres hacerlo tú mismo, es desagradable, y no sabes a quién llamar; pues llamas al holandés errante. O era antes, porque ya no: está detenido. El patio de las cárceles de Alhaurín y de Archidona se está poniendo de lo más divertido. A lo mejor pasan por allí los administradores del laboratorio malagueño. Montando un puesto de crecepelo en el patio pueden forrarse. Hay presos sin un pelo de tontos. Aunque si están allí a lo mejor no son tan listos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión