Bailar pegados
VOLTAJE ·
Tengo miedo de terminar echando de menos el toque de quedaDan comienzo las diferentes fases de vuelta a la normalidad en tres tiempos que desembocarán en lo que viene denominándose como una versión del siglo ... XXI de 'Los felices años veinte'. Reconozco el recelo que produce pensar en una estabilización demasiado rápida que traiga consecuencias fatales para todos; es un miedo que me da la gente y que me doy yo mismo, aunque luego la vida demuestra que las alegrías que se anuncian mucho al final no suelen ser para tanto. Me solidarizo con la melancolía nocturna ya instalada en jóvenes que celebran el fin del estado de alarma como si se hubieran acabado los exámenes, porque a ellos se les ha negado una parte importante de su tiempo. Quizás los que han salido a la calle el sábado a dar todo lo que tienen no hayan sido los más cumplidores. Tampoco tenemos que hacernos los santos: tengo la impresión de que casi todos, por no decir todos, de alguna manera o de otra, han roto alguna norma anti-Covid en los últimos meses. Pienso en la gente que me rodea y no se salva ninguno, y yo, que odio profundamente añorar algo, también tengo miedo de acabar echando de menos el toque de queda. Cuesta despedirse de la incomparable sensación de rebeldía de llegar a casa pasadas las once de la noche. La obligación de ser buenos por decreto, o no preguntarme dónde estarás esta noche.
Se abre la posibilidad real de una feria y de un festival de música. La Junta continúa estudiando la posibilidad de implantar un 'pasaporte Covid' para acceder a espectáculos con la tranquilidad del inmunizado. También podría dar acceso a las zonas Vip de las discotecas. Si hay algo que tengo claro es que a los felices años veinte, si es que existen, se llegará bailando. Compruebo que la pista de baile, que es mi 'no lugar' favorito de este mundo, desciende al terreno político y encuentra mención propia en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía, que se preocupa también por lo rumboso de nuestra Comunidad. Las discotecas pueden abrir hasta las 2. Los más danzarines sin embargo tendremos que esperar sentados en la barra a que baje el nivel de alerta. Las coreografías han sido ensayadas sin timidez en nuestras habitaciones y hasta en la cocina. En clases de zumba, que durante el estado de alarma ha sido lo más parecido que he visto a una discoteca. La zumba acabará por considerarse deporte olímpico tanto como el 'break dance'. Los bailes de salón tendrán que esperar por no respetarse en sus ejecuciones la distancia de seguridad. Cuando la Junta distingue entre pistas de baile en interior y en exterior, yo me imagino a ti bailando en un chiringuito.
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