ARTE Y VALENTÍA COFRADES
Carta del director ·
Estoy convencido de que si el cartel de la Semana Santa 2020 de José Luis Puche se hubiese presentado hace cinco o diez años hubiera ... causado un gran escándalo. Hoy, sin embargo, ha sido recibido con naturalidad, con muchos elogios y algunas críticas. Vaya por delante que a mí el trabajo realizado por Puche me gusta más como obra de arte que como cartel y que creo que aporta un nuevo punto de inflexión en la tradición cartelística de la Semana Mayor de Málaga que marcará una época y un estilo, como antes hicieron otros elegidos.
Y la razón por la que creo que este cartel 2020 se puede catalogar de éxito es porque la cultura visual y estética de los cofrades malagueños ha cambiado en los últimos años gracias al arrojo y valentía de algunos que decidieron salirse del siempre asfixiante corsé de la tradición. Aún recordamos las feroces respuestas a los maravillosos carteles de Chicano, especialmente con el primero de ellos, el de la Virgen de Gracia. Chicano regaló no sólo un estilo, sino una actitud diferente con la que ver la Semana Santa. Y eso siempre es de agradecer.
La Cofradía de los Estudiantes decidió de la mano del instinto de Pedro Ramírez y del respaldo de Pablo Atencia aventurarse en un excitante camino para incorporar nuevos artistas a esta tarea de promocionar la Semana Santa de Málaga. No era más que recuperar ese deseo de aportar visiones diferentes como ya ocurrió, por ejemplo, hace un siglo con los carteles de la década de los años 20. Y todo empezó con encargos a Pablo Alonso Herráiz, con impactantes carteles tanto para Estudiantes como para la Virgen de la Caridad. Luego llegaron artistas como Fernando de la Rosa, Juan Alberto Soler o Antonio Cárdenas. Incluso Andrés Mérida tuvo la valentía de hacer un magnífico Cristo coronado de espinas sin perder un ápice de su personalidad. Y otro de los momentos trascendentales llegó con el encargo al diseñador José Oyarzábal, con una sutil propuesta de un paño rojo en el que se adivinaban la espinas de la corona del Cristo de los Estudiantes. Fue tan provocador el cambio frente a lo habitual que, incluso, el propio autor dejó en manos de la cofradía la posibilidad de renunciar a la obra. Ni mucho menos fue así, sobre todo porque el cartel era espectacular por la enorme carga de simbolismo en una imagen aparentemente tan sencilla.
De todo este proceso, de la valentía de unos y otros, podemos concluir que ha surgido algo bello, nuevo y atrevido que nos enseña que siempre hay ventanas que abrir aunque lleven siglos cerradas. Y esta enseñanza tiene un extraordinario valor que trasciende a la propia Semana Santa y nos invita a explorar, a liberarnos y, como les decía Pedro Ramírez a los artistas, «a trabajar sin limitaciones ni ataduras ni prejuicios; a crear con absoluta libertad y con la fuerza de las emociones y sentimientos». Y así creo que ha pintado José Luis Puche y por ello ha sido capaz de transmitir las sensaciones más íntimas y profundas de la Semana Santa de Málaga. ¿Qué más se puede pedir?
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