Anna
Hay gente que cambia las cosas, que tiene la capacidad de transformar su dolor en una energía que ayuda a los demás y, con la ... fuerza del corazón, convierte este mundo en un sitio mucho más habitable. No sobran, no; pero los hay. Y a veces uno tiene la suerte de cruzárselos en el camino. Anna González acaba de hacerlo con el Código Penal. Su lucha incansable, nacida de la tragedia personal, ha logrado la reforma de una norma en cuyo trasfondo imperaba esa tolerancia social hacia las conductas irresponsables al volante.
Anna sufrió el revés más duro de su vida cuando, en 2013, un camión arrolló a Óscar Bautista, su marido. Se dirigía en bicicleta a su trabajo, un taller que era la principal fuente de ingreso de la familia. Estaba a 500 metros de su destino y circulaba por el arcén, pero aquella mole le pasó por encima y lo mató en el acto. El conductor se dio a la fuga y, aunque fue interceptado por la Guardia Civil horas después, la jueza que entonces instruyó el caso lo archivó al entender que aquello fue una distracción y porque la omisión del deber de socorro cuando ya había un muerto no era delito. De manera que aquel accidente no sólo rompió la vida de Anna y de sus dos hijos, ese golpe bajo de la Justicia también quebró su esperanza.
Regresó entonces a su Lleida natal para recomponer su vida y la de sus dos pequeños, pero también para abrir un frente, #PorUnaLeyJusta, una iniciativa que ha culminado con una victoria histórica: el endurecimiento de las sanciones por atropello y la tipificación con penas de cárcel de todo aquel que abandone a la víctima de un accidente de tráfico.
Y para Anna han sido tres años de intensa lucha: un peregrinaje por carreras ciclistas, despachos políticos, medios de comunicación; 326.000 firmas de adhesión a través de Change.org, el compromiso de casi todas las fuerzas parlamentarias salvo Podemos (ellos tendrán que explicar por qué). Renunció a su tiempo e incluso llegó a pagar el precio de perder su trabajo para mover esa montaña. Alrededor de Anna se armó una plataforma, su núcleo duro: Alfonso Triviño, Francisco Parres, Michel Madoz... A ellos, a su 'batalla', nos unimos otros desde nuestra posición más modesta. Todos acabamos siendo un poco Anna y un poco Óscar; todos entendimos que no se trata de ciclistas, ni de peatones, ni de motoristas, sino de todos en realidad. #Vadepersonas fue el mantra que logró calar en una sociedad harta de ver cómo los desaprensivos huyen dejando atrás un cadáver en la cuneta.
Por eso, el otro día algunos dejamos caer una lágrima por la mejilla cuando el panel electrónico del Senado materializó su justa victoria. Y todo, en memoria de Óscar que, desde algún lugar, estará tan orgulloso como nosotros de su guerrera. Con el corazón te escribo, Anna, mi gratitud.
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