Andalucía, seca primavera
Sin ir más lejos ·
El pasado corre el riesgo de ser la batería agotada para un futuro a cámara lentaLa invasión de polen de los cipreses no es la única que propaga las alergias por todos los rincones antes de tiempo, de forma que ... hay riesgo de atiborrarnos de antihistamínicos para poder ir a votar. La primavera electoral se anuncia larga y seca y obliga a algunos a llevar mascarillas para avanzar en la tierra hostil de la oposición o sobrevivir a la flora engañosa de ciertos despachos. Y es que Andalucía ha inaugurado un tiempo desconocido de nuevos olores más allá del azahar de Sevilla. El aire trae más oxígeno pero se ha vuelto incómodo para quienes más curtidos estaban en el poder, desarbolados de argumentos ante los datos del primer vendaval de papeles y facturas pendientes. No hay tormenta a la vista que vaya a refrescar el ambiente desde Ayamonte al cabo de Gata y, más allá de las rogativas a la santa alternancia, el horizonte presupuestario del cambio tiene pintas de crudo invierno. Los nuevos gobernantes hacen cuentas, les preocupa lo que han visto nada más abrir las ventanas y tienen descontado ya ese nubarrón plomizo y familiar de Vox que puede descargar en cualquier momento como una gota fría con truenos vestidos de nazareno. El mapa del tiempo político puede arruinar algunas procesiones y también poner a remojo el pacto que sostiene una legislatura cargada de promesas y velas encendidas en medio de la ventolera. En algunas consejerías y direcciones generales hace un frío que pela aunque el termómetro se haya adelantado a mayo. Los nuevos inquilinos se acaloran nada más abrir cajones y los ordenadores se han quedado tiritando de archivos. El presidente Juanma Moreno ha denunciado esa limpieza en seco y a fondo previa a la llegada de sus comandos de auditores. En la reciente entrevista a SUR con motivo del 28F aseguró que «el socialismo ha construido una gran farsa a través de los propios presupuestos y de la maquinaria institucional».
La versión de la fábula de la cigarra eterna frente a la hormiga 'missing' en 40 años puede resultar útil, pero excesiva. Más grave si cabe es que certifique un tiempo sin modelo de gestión y una administración como si fuera un caótico jardín de taifas. Lo que empieza a saberse de la rutina presupuestaria del pasado de la Junta tuvo mucho de continua patada hacia adelante con las promesas incumplidas, pero también del peor debe de una oposición ineficaz. Tampoco ahora el trazo grueso del vídeo casero del nuevo delegado de Salud y Familias en Málaga sobre el nuevo hospital inspira confianza. Al norte de Despeñaperros, Sánchez arma su relato en tiempo de descuento con un optimismo en funciones que ha instituido el milagro los viernes y el consejo de ministros como un aspersor de promesas como si hubiera un mañana presupuestario. En Andalucía, el pasado le echa un pulso al presente y corre el riesgo de ser la batería agotada para un futuro a cámara lenta. Los grandes proyectos como el hospital de Málaga pueden quedarse con cara de paganos del peor impuesto a la herencia recibida, esos polvos de los viejos lodos que amenazan con una primavera irrespirable. El cambio político, incluso si llueve, empieza a dejar de serlo cuando se le va el olor a tierra mojada porque las expectativas empiezan a evaporarse.
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