Con agua, Andalucía no tendría desempleo
CARTA DEL DIRECTOR ·
Resulta chocante la falta de decisisón y visión que, históricamente, han tenido los gobiernos de España para desarrollar una política hidrológica capaz de generar riqueza y favorecer el desarrollo en un entorno sostenibleTomo prestada para el título de este artículo una frase de Antonio Luque, presidente de Dcoop, la mayor cooperativa aceitera del mundo: «Con agua, Andalucía ... no tendría paro». Así de sencillo y, al mismo tiempo, así de complejo. Porque resulta que el agua es una extraordinaria fuente de riqueza si se sabe gestionar bien, algo que aquí, en España, no se ha hecho en los últimos sesenta años. Algo pasa con la política hidrológica en este país que está llena de complejos y agravios que dificultan cualquier avance. España aún no ha sabido deshacerse del absurdo estigma de 'Paco Pantanos', heredado del franquismo, y sigue sin tener un plan hidrológico capaz de alcanzar un máximo aprovechamiento de los recursos.
Si por ejemplo nos atenemos a Málaga, resulta que, a pesar de lo que se pueda pensar, hay agua suficiente para abastecer la demanda del consumo doméstico, el turismo, la industria y también el campo. Pero sucede que, en contra de sus propios intereses y de los principios que rigen cualquier ecosistema sostenible, Málaga despilfarra agua y arroja al mar cada día muchos metros cúbicos. Es como si permanentemente se estuviera tirando dinero y, con él, posibilidades de generar riqueza y empleo.
Bastaría planificación y decisión política para que la falta de agua dejara de ser un problema. Y lo más llamativo es que tampoco se requieren inversiones multimillonarias. Por tanto, resulta difícil entender por qué tanta desidia y, visto lo visto, tanta incompetencia de los sucesivos gobiernos de España.
El agua debe ser entendida como un bien a compartir con criterios de solidaridad y eficacia alejados de enfrentamientos políticos. Pero resulta que incomprensiblemente siempre hay componentes ideológicos que, de una manera absurda, condicionan los planteamientos hidrológicos. Y el motivo, al menos esa es la sensación, es que la gestión del agua requiere estrategias a largo plazo y los políticos siempre piensan en la rentabilidad cortoplacista. De otra forma no se entiende el rechazo a la construcción de nuevas presas y pantanos y la dificultad para conectar diferentes cuencas y transvasar agua desde donde sobra a donde falta.
¿Alguien puede entender que la presa de La Concepción tire agua al mar porque está al máximo de su capacidad y sea imposible plantear su ampliación? ¿O que la provincia arroje al mar 66 Hm3 de agua reciclada que podía tener uso para el riego? ¿O que la falta de una tubería que conecte la Costa del Sol con la Axarquía impida aprovechar agua para los subtropicales? ¿O que el Gobierno central se oponga al trasvase de Iznájar a pesar de que la Junta de Andalucía está dispuesta a sufragar el coste de 50 millones de euros?
Nada de eso se puede justificar. Y mucho menos la falta de previsión para mantener una red de tuberías absolutamente obsoleta y deteriorada. Y algo parecido ocurre con el saneamiento integral de la provincia, olvidado durante muchos años hasta el punto de que la Unión Europea ha sancionado a España.
Es verdad que en los últimos tres años, con la llegada de Juanma Moreno al Gobierno, la Junta de Andalucía ha puesto en marcha proyectos que llevaban décadas varados por la gestión del PSOE, pero la realidad es que se ha llegado tarde y se están perdiendo enormes oportunidades. Y más aún cuando en estos momentos se podría aprovechar la inyección económica de Europa para ejecutar proyectos estratégicos.
La economía, como bien comenta Antonio Luque, necesita autopistas para crecer y desarrollarse. Y deben ser las administraciones la que se encarguen de ello. Luego serán las empresas las que se aprovechen de ello para generar riqueza y empleo. Málaga y Andalucía necesita una red de abastecimiento de agua capaz de impulsar el campo, el turismo y la industria. Como necesita, igualmente, redes de comunicaciones capaces de fortalecer la logística y el transporte.
Esta semana, SUR organizó sendos foros sobre la gestión del agua, con la consejera de Medio Ambiente, Carmen Crespo, y sobre el proyecto del Puerto Seco de Antequera, con la consejera de Fomento, Marifrán Carazo. Ambos son proyectos estratégicos capaces de dinamizar la economía andaluza y, lo que es más importante, de generar empleo. Por ello es una buena noticia que desde la administración autonómica se tome conciencia de ello. Sólo hace falta que estas políticas no se vean afectadas ni por calendarios electorales ni por intereses partidistas a corto plazo. El político o los políticos que se den cuenta de ello serán los que pasarán a la historia por transformar la región. Esperemos que no sea pedir demasiado.
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