Amenudo, al hablar del legado del exalcalde Pedro Aparicio, se suele decir que sus grandes proyectos están bajo tierra. Y con ello se alude a ... las obras de saneamiento y encauzamiento de arroyos que se hicieron en Málaga en aquella época y, especialmente, con motivo de las trágicas inundaciones de 1989, que se cobraron la vida de ocho personas. Luego siguieron algunas obras estructurales, pero por aquello de que son actuaciones que no se ven nunca ni se pueden inaugurar pomposamente están lejos en el orden de las prioridades políticas.
Y es que la provincia de Málaga -como toda Andalucía- tiene históricamente una pésima, por casi inexistente, política del agua, tanto en lo que se refiere al abastecimiento como al saneamiento integral y la prevención de avenidas. Debería existir un plan estratégico para la reordenación de los recursos hídricos y la planificación de políticas que puedan evitar en lo posible, o al menos paliar, inundaciones como las que registró ayer Campanillas.
El sentido común induce a pensar que muchas de las cosas que pasan es porque el hombre ha invadido lugares y cauces naturales que ante fuertes precipitaciones reclaman su sitio y de manera contundente. Pero al mismo tiempo es preciso repensar el entorno urbano si no se quiere estar a merced de cualquier tormenta.
Ya se hizo en los años 40 y 50 del pasado siglo con la reforestación de los montes de Málaga para evitar la avenidas que históricamente arrasaban la ciudad. Las arboledas reemplazaron miles de hectáreas de viñedos yermos tras la filoxera. Y también se actuó con el pantano del Agujero, incentivado tras las inundaciones de 1907, y posteriormente con la presa del Limonero.
El crecimiento urbano no es infinito y requiere orden y compatibilidad con la gestión del agua en todos sus ámbitos. No puede ser que una provincia como Málaga tenga tantas carencias en el ámbito del abastecimiento para consumo y regadío; en el saneamiento integral de las aguas residuales, que mantiene incluso investigados a cargos públicos de la provincia, y en la gestión medioambiental de los recursos hídricos. Y mientras las administraciones públicas no se tomen en serio este asunto, el problema se irá agravando. Es tanta la desidia institucional, que ni siquiera ese canon del agua que la Junta de Andalucía nos ha estado cobrando durante tantos años se ha utilizado para mejorar las infraestructuras.
Dicen que hay que pensar en global y actuar en local. Si de verdad estamos concienciados en la protección del planeta y de las miles de familias como las de Campanillas, bien haríamos en tomarnos en serio el agua. Aunque, visto lo visto, sea mucho pedir.
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