Curas en esencia
Rafael J. Pérez
Martes, 5 de julio 2016, 09:40
San Jerónimo afirmó que el apóstol Juan al final de sus días cuando vivía en Éfeso pedía que lo llevaran a la asamblea de los ... cristianos. Cuando se encontraba entre ellos, anciano y debilitado sentado en una silla, siempre les decía lo mismo: «Hijitos, amaos unos a otros». Tal era la insistencia que sus discípulos le preguntaron «¿Por qué siempre dices esto?» Y les respondió: «Porque este es el precepto del Señor y su solo cumplimento es más que suficiente». ¡Ay el amor tan maltratado hasta en el sencillo uso de la palabra! ¡Y cuán necesario tatuarlo en el corazón humano y en la vida cotidiana!
El que fuese sacerdote decano del clero malagueño, que falleció el domingo a la edad de cien años, Francisco Acevedo, decía insistentemente: «Dios te quiere mucho. Y lo demás son mandangas». Algo que prácticamente se daba calcado en el sacerdote de Málaga y fundador de los Misioneros de la Esperanza, Diego Ernesto Wilson, que afirmaba a tiempo y destiempo: «Cristo te ama. Dios te quiere mucho».
Realmente es el amor lo que debe señalar a los discípulos de Cristo. A los cristianos. No el oro o la plata. No el poder o el aburguesamiento. Y esto la gente, cuando se da en un cura, lo detecta y detesta. ¿Pero cómo se comporta un sacerdote que ama? Basta acercarse a la biografía de centenares de sacerdotes malagueños para descubrirlo. Muchos de ellos anónimos que han hecho un bien inmenso y desconocido en la vida de miles de personas. Muchos presbíteros han entregado su vida y lo han hecho de forma cercana a los pobres escuchando y alentando. Anunciando respetuosa y lealmente el Evangelio. Los curas de los que por cierto hay de todo ya que es la viña del Señor, se saben llamados a desarrollar una vocación especial fuente de su contradicción y alegría. Contradicción porque no siempre están a la altura de la vocación y de lo que necesita la ciudadanía. Alegría porque descansa saber que se responde a una llamada específica. Es lo que han experimentado tantos curas malagueños como han vivido entre nosotros y que cual sangría dolorosa nos van dejando: Luis Ramírez, Felix Urdiales, Diego Gil, Antonio Alarcón, Pepe Carretero, Fernando Jiménez, Pedro Sánchez... Parafraseando lo que dijo San Jerónimo a San Paulino de Nola trataron de aprender en la tierra las verdades cuya consistencia permanecen también en el cielo.
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