Homosexualidad apaleada
Rafael J. Pérez
Martes, 17 de mayo 2016, 10:24
Hoy 17 de mayo es el Día Internacional contra la Homofobia. Algo que, como su propio nombre indica, se pretende celebrar a nivel mundial. Sin ... embargo, no todos los países lo harán a juzgar por sus legislaciones. Bastantes naciones olvidan que todas las personas merecen vivir libres de miedo, violencia y discriminación.
Benedicto XVI, del que por cierto Tommaso Debenedetti anunciaba ayer su fallecimiento como lo hizo con Mario Vargas Llosa, ¡qué fácil es matar a alguien en las redes sociales!, sostiene que los homosexuales son personas que no deben ser discriminadas. El Papa Francisco en dirección similar afirma que él no es nadie para juzgar a un gay. Y es que cualquier hombre o mujer de condición homosexual debe ser respetado, acogido y tratado con delicadeza evitando todo signo de discriminación injusta como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica. Más allá de la reflexión moral y doctrinal sobre la homosexualidad que cada confesión religiosa pueda llegar a tener y que cada cual asume en el ejercicio honesto y veraz de lo que le dicte su conciencia desde la recta doctrina y la experiencia de Dios, no es de recibo el odio, el rechazo o la discriminación por mor de la condición sexual. Esto denota no solo falta de respeto sino ignorancia supina, crasa y extrema sobre la condición humana.
Desgraciadamente es algo de lo que no se enteran las decenas de países cuya legislación actual persigue la homosexualidad. De entrada hay siete países que la condenan con la pena de muerte: Arabia Saudí, Emiratos Árabes, Irán, Mauritania, Somalia, Sudán del Sur y Yemen. Pero atención al dato: en 78 países es ilegal. Su condena pivota entre penas que van de meses de prisión a cadena perpetua. Entre ellos el vecino Marruecos, el omnipresente Qatar (basta echar un vistazo al deporte o a iniciativas empresariales) o la comunista Corea del Norte. Es deplorable, como en su día afirmaron los obispos españoles, que las personas homosexuales sean todavía objeto de acciones violentas. Que sufran auténticas discriminaciones y comportamientos vejatorios. Insultos o persecución. Nadie elige la condición sexual y sin embargo, ésta se vive con cierta frecuencia con sufrimiento fruto de la falta de respeto. Y del insulto. Olvidan quienes insultan, desprecian o rechazan que todos tenemos los mismos derechos. Derechos fundados en la dignidad personal, no en virtud de la orientación sexual. La particular inclinación de la persona homosexual no es de por sí éticamente reprobable.
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