Borrar
EL ALFÉIZAR

Esclavos del miedo

Rafael J. Pérez

Martes, 12 de enero 2016, 13:00

Tras el escándalo de las agresiones sexuales en Colonia y otras ciudades alemanas, Suecia ha descubierto que la policía de Estocolmo ocultó decenas de agresiones ... coordinadas contra chicas jóvenes. Ocurrió en el festival juvenil We are Sthlm. Lleva ocurriendo dos años consecutivos. El motivo de que se ocultase le información habría sido que los jóvenes acusados de atacar tenían en su mayoría origen inmigrante. El Gobierno sueco manifestó ayer que es «inaceptable que la policía ocultara información». El responsable del departamento de comunicación de la policía, Varg Gyllander, también ha entonado el mea culpa. «Deberíamos haberlo comunicado. Realmente, no sé por qué no lo hicimos». ¿Por miedo al qué dirán? ¿Por qué se les tache de racistas? ¿Por no dar vuelo a partidos políticos xenófobos? Hay que comunicar prudentemente. Pero de manera clara. Y poner todos los datos sobre la mesa que corresponda para ir a las causas profundas. ¿Qué le pasó al cardenal Cañizares cuando preguntó si esta invasión de emigrantes y de refugiados es trigo limpio? ¿Qué sucedió cuando el arzobispo de Valencia considera que estos movimientos de población son «un caballo de Troya dentro de las sociedades europeas»? Esto del flujo migratorio es un tema complejo que ha explotado en la cara a Europa. De difícil solución y causas complejas. El domingo celebra la Iglesia católica la Jornada del Emigrante y Refugiado. Una jornada que no se mueve por esnobismo o por la actual situación. Lleva celebrándose más de cien años. El Papa Francisco, del que por cierto hoy se publica un libro en el que es entrevistado, ha alertado de la grave emergencia migratoria. También ha instado a seguir siendo un faro de humanidad. Lo cierto es que el 2015 ha sido un año especialmente difícil para Europa en materia migratoria. Y lo que resulta especialmente trágico es que en 2016 previsiblemente la situación empeora al no haber actuado sobre las causas. Éstas se deben atajar y diagnosticar para seguir viviendo libre y hospitalariamente. En fin, todo un lío que coloca ante una crisis humanitaria sin precedentes. De hecho, en la primera semana de 2016 otros 30 cuerpos han sido devueltos por el mar Egeo. Ya ni se cuenta... nos vamos familiarizando como decía Hannah Arendt a la banalidad del mal. Un mal que podría quedar mitigado por políticas humanitarias, hospitalarias y de respeto que exijan el principio de reciprocidad entre los pueblos y culturas.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariosur Esclavos del miedo