La lista del olvido

Listas negras. Listas de libros prohibidos. Lista Forbes... En realidad no es nada nuevo. Salamandra ha publicado 'Listas memorables' de Shaun Usher, con un catálogo de listas desde el 1250 a.C. en el Valle de los Reyes de Egipto a Darwin, o la lista de condiciones de Einstein a su esposa, los libros inexcusables de Hemingway, los buenos deseos de Marilyn en 1955. y así hasta las listas adolescentes de Buzzfeed, uno de cuyos lemas es: 'Listas, luego existes'. Por supuesto hay una aplicación -The List App- para hacer listas. Y en la lista de 'Lo más leído' siempre hay alguna lista. Ya es un género. Fast food intelectual de consumo fácil. Contra la disciplina áspera del conocimiento, la comodidad de un ranking. Las listas incluso se han convertido en el método más eficaz de 'publicidad nativa' que el lector no puede distinguir del resto de contenidos editoriales. Así, diría Chomsky, nos venden la moto.

También los años comienzan con listas y concluyen con listas. Aylan en la playa de los valores ahogados; el cadáver de un joven con la mortaja del buenismo ante la sala Bataclán; los restos del avión estrellado por una avería mental contra los Alpes; la piel desnuda del Plutón; el eslogan 'Je Suis Charlie' antes de quedar tan vacío como el ecologismo de Volkswagen. así desgrana su lista gráfica el 'homo videns' bajo la tentación de mirar atrás y recorrer las huellas del año, el fenómeno de Syriza y los nuevos populismos, el desastre de Siria donde los enemigos y los aliados cambian por temporadas, el millón de refugiados que buscan la esperanza ante las puertas cerradas de Europa, pero también algo de aliento en el acuerdo nuclear con Irán, el deshielo diplomático sobre Cuba, la derrota del kirchnerismo, la declaración de París sobre Cambio Climático. Por un momento, mientras el calendario se extingue convertido en cenizas, se hace la última lista del año, que pronto pasará a la lista de las listas olvidadas.