Terrorismo yihadista sin fronteras
Los sistemas educativos han de jugar un papel fundamental en las políticas de integración, pero esos mismos sistemas no le dan mucha prioridad al aprendizaje del diálogo de culturas para todos
francisco j. carrillo
Domingo, 28 de junio 2015, 12:58
Túnez ha sido de nuevo golpeado por el terrorismo yihadista. El objetivo ha sido, una vez más, el turismo, que es uno de los pilares ... básicos de la economía del país. El atentado, con una primera estimación de al menos 37 muertos, ha tenido lugar en la zona balnearia de la ciudad de Susa y en dos hoteles, uno de ellos bajo gerencia española. Meses atrás, dos terroristas (huyó un tercero) actuaron contra un grupo de turistas, matando al menos a 20, en el museo de El Bardo, en donde se encuentra la más completa colección de mosaicos romanos, aunque las hipótesis no descartaron que el ataque también iba dirigido al Parlamento, edificio colindante con el museo. En la década de los 90 tuvo lugar otro atentado yihadista, reivindicado por Al Qaeda, en la turística isla de Jerba, justamente ante la sinagoga la Griba, a la que iban a visitar un numeroso grupo de alemanes de los que 22 resultaron víctimas. Simultáneamente a la acción terrorista en Túnez, otro atentado terrorista por degüello ha tenido lugar en una zona industrial próxima a la ciudad francesa de Lyon, tras el atentado que se perpetró en París contra la redacción de un semanario y contra una tienda de alimentos judíos. Y, como si todo estuviese cronometrado, el terror también se ensañó con una mezquita de Kuwait, produciendo al menos 25 víctimas.
En la estrategia del terror yihadista se encuentra como objetivo prioritario los Estados Unidos y el llamado Occidente cruzado, los países islámicos que son considerados aliados de la perversión occidental y que participan activamente en las guerras de Irak y de Siria, así como Israel y los establecimientos fuera de este país que de él dependan directa o indirectamente: comercios, sinagogas, restaurantes, etc. Se dice que la ciudad histórica (romana) de Palmira, en Siria, ha sido minada por el autocalificado Estado Islámico, que no es reconocido por ningún país de la comunidad internacional. Mucho me temo que Palmira tiene sus días contados. Probablemente será la gran siniestra traca de final del Ramadán de los terroristas.
Para el terrorismo yihadista no existen fronteras. Se beneficia ampliamente de las redes de la globalización, en primer lugar Internet y sus redes sociales, como importantes canales de propaganda, de transmisión de mensajes codificados y de reclutamiento. Hoy se puede afirmar que el autocalificado Estado Islámico tiene sus seguidores civiles y está admitiendo en sus filas de muertes y destrucción a una parte de no musulmanes por el sólo hecho de buscar «aventuras fuertes y arriesgadas», así como un salario. Pero estos no musulmanes aceptan sin discusión la autoridad del autoproclamado califa El Bagdadi. Saben muy bien que un «error de disciplina» los conduciría directamente a la muerte. Ellos han de «dar ejemplo» llevando a cabo ejecuciones, degüellos, muerte de cruz, muerte en jaulas... y otras acciones de barbarie.
La internacionalización de este tipo de terrorismo no obedece al modelo de las antiguas expediciones militares de conquista, fueran de Occidente o de Oriente. De momento, la base territorial está en Irak y en Internet. (Conviene recordar que la traducción de AlQaeda es La Base.) Su estructura organizativa aparte la propia del califato y de la militar se sustenta en la creación de franquicias allá donde exista una población musulmana en la que intentan hacer entrismo mediante acciones de ayuda social (alimentos, sanidad, animación de grupo). Esas franquicias existen, fuera de Irak y Siria, en el Yemen, el Sinaí egipcio, en Libia, en Nigeria, con diversas modalidades de penetración clandestina en Túnez, Argelia, Marruecos, Mali, algunas repúblicas exsoviéticas del Cáucaso, con núcleos durmientes en algunos países musulmanes de Asia. La misma práctica del entrismo pretenden aplicarla en las poblaciones musulmanas, pacíficas e integradas, de la inmigración en Europa (sin excluir América), poblaciones estas que valoran, sobre todo, la escolarización de sus hijos, los beneficios sanitarios en los países de acogida y recepción de mano de obra, así como el puesto de su trabajo. Pero el proceso de integración no se produce de la mejor manera posible: incorporarse a guetos urbanos es la alternativa más generalizada. Este hecho puede generar una diversidad cultural en tensión, cuyos elementos culturales del entorno de acogida, la lengua, la religión y las costumbres requieren tiempo suficiente para evitar el comunitarismo de exclusión y lograr una integración gradual en sociedades que se van convirtiendo paulatinamente en pluriculturales (el caso de la ciudad de Nueva York con los hispanos es un ejemplo de gran evidencia).
Tal como se constatan los hechos y las tendencias, Europa, y cada país europeo, tendrá que revisar en profundidad sus políticas urbanas de integración de mano de obra que llega del exterior. (Hoy se habla de una repoblación rural con la inmigración clandestina que llega a las costas europeas.) Este no es un problema nuevo; pero lo sorprendente es lo poco que se ha avanzado en encontrar soluciones reales y aceptadas por los unos y por los otros. Los sistemas educativos han de jugar un papel fundamental en las políticas de integración, pero esos mismos sistemas no le dan mucha prioridad a lo que sería básico: el aprendizaje del diálogo de culturas para todos. Es uno de los mejores instrumentos para aislar e identificar a los pequeños núcleos terroristas. Las políticas municipales han de jugar igualmente un papel de obligado cumplimiento.
Solamente dos personas organizaron el atentado de El Bardo (sin duda, con apoyo logístico invisible), el de Susa, el de la zona industrial próxima a Lyon, el de la isla de Jerba (un conductor de un camión con explosivos) o el de la Torres Gemelas y el Pentágono con apenas 10 terroristas durmientes que se despiertan provistos de cortaplumas y con los depósitos de los aviones llenos de keroseno.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión