HASTA PRONTO, DIEGO MEDINA
SORA SANS
Jueves, 16 de abril 2015, 12:35
A veces me pasa la vida tan rápido que no me da tiempo a verla pasar. Se me van los amigos al extranjero, las noches ... al sumidero del portátil y cada vez tengo menos tiempo de conocer a las personas que me interesan. Diego Medina era una de ellas, y ahora se ha ido. En el respiro de la tarde-noche leo a Isabel Bono contando historias que vivió junto a Diego, le veo a través de los ojos de ella y pienso, ¿qué sentido tiene todo esto? Pasarnos los días aprendiendo a sobrevivir, creyéndonos sabios y viviendo como monos. Me hubiese gustado compartir más charlas con él, hablar de sus libros, preguntarle qué estaba «Esperando al lado de la ventana» (1992), decirle que ya tenía mi colección de relatos, que ya podía leerla, como tantas otras colecciones y poemas de jóvenes malagueños había leído y publicado en la colección Monosabio. Diego dio forma a la voz de muchos talentos y hoy, al menos, nos queda eso, sus libros y los libros que hizo posibles. Recuerdo la primera vez que lo vi, él era jurado de Málaga Crea y casi pude imaginármelo leyendo durante noches interminables los cientos y cientos de relatos que concursaron, sé que disfrutaba descubriendo letras nuevas. Se acercó y me escribió su email en un papelito verde para que le enviara más historias. Él siempre abría puertas a los que llegábamos de nuevas. Siempre contestaba rápidamente, con las mejores intenciones, con alegría, con ánimo, con vitalidad. Diego Medina falleció esta semana después de toda una vida dedicada a la literatura y a las letras. Los que nos sentimos monosabios nos quedamos sin aliento, durante un segundo, y luego nos arropamos en los libros que nos deja, y sabemos que no «Sólo tierra permanece» (2000), también nos quedan muchas conversaciones y toda la sabiduría que impregnó en cada escrito, sabemos que aún podemos conocerle mejor a través de sus páginas, y que siempre podremos decir que Diego Medina nos enseñó a creer que un día podríamos, incluso, hablar de él en el periódico. Diego no era solo escritor, es una página de todas nuestras vidas, que tan rápido pasan, que ojalá lleguen a ser la mitad de bonitas que la suya. Hoy creo más que nunca que la poesía es necesaria, no es un placer ni un pasatiempo, es una necesidad absoluta. Creo que cada día respiramos un poco menos, nos cansamos un poco más y perdemos un poco de brillo. Creo que la poesía nos devuelve al mar, al cielo, a los ojos ajenos. Creo que Diego creía también en eso. Creo que esta ciudad lo va a echar de menos. Descansa en paz, amigo Diego.
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