El no-discurso del Rey
Francisco Apaolaza
Jueves, 1 de enero 2015, 18:47
Manuel Vicent escribió que Pepe Díaz tiene el corazón lleno de música, pero que su lengua posee el rigor de un hacha. Al pintor, que ... somete el espacio en sus cuadros y que es antoñetista hasta los tuétanos, en casa se le atribuía una anécdota gloriosa. En los primeros años de la Dictadura y siendo él un adolescente, asesinaron a su padre, teniente del ejército republicano. Díaz, que fue uno de los más deliciosos del Café Gijón que tan bien retrata el maestro Javier Villán, emigró a Francia en su juventud y allí le advirtieron de lo difícil que era el idioma de Molière.
La primera conversación de la que fue testigo la tuvieron sus anfitriones, que eran un español y su mujer francesa. Él le dijo a ella: El día en que me marié con toi, más me valió partir les papiers. So puta, que me portas la ruina. A lo que ella respondió: Si yo estoy puta, tú estás cabrón. El artista, que había pintado con Antoñete todos los mojones que iban de Madrid a Colmenar, no entendió que el francés resultara tan complejo para otros. Lo entendía perfectamente.
En España seguimos preguntándonos qué puñetas fue lo que quiso decir el Rey en su discurso de Nochebuena. Para haber hablado durante 25 minutos, no es mala marca. Esta de no decir nada es una costumbre muy borbónica, pero desconcertante en un tiempo en que la gente se entiende en 140 caracteres. Más aún si lo da el jefe de una institución cuestionada por su naturaleza hereditaria y manchada por la sombra de la corrupción. Me imagino ante la televisión a los españoles del bocadillo imaginario atónitos ante tanto circunloquio, tanto alto vuelo, tanto patatín y patatán. Algunos pensarán que a qué salir a hablar para esto. Que si para esto se necesita un Rey.
De tan transparente que quiso ser, del discurso de Felipe VI no se vio nada. Si acaso, la vieja política de Ortega en la que partidos fantasma sostienen ministerios de alucinación. Ni siquiera nombró a su hermana, con lo feo que está no acordarse de la familia en Navidad. Que si movió las manos, que si es mejor orador que su padre, que si el sofá rojo y la foto con la Reina Una semana después, analistas de medio mundo siguen haciendo interpretaciones del verdadero sentido de lo que dijo Felipe VI, lo que tiene un solo significado: que no dijo nada. Quizás si hubiera pronunciado el discurso en francés, le hubiéramos entendido mejor. Como Pepe Díaz.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión