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Manuel Castells, el pasado martes en la votación del Congreso. Reuters
Manuel Castells, el amigo 'californiano' de Sánchez

Manuel Castells, el amigo 'californiano' de Sánchez

Perfil ·

El Ministro de Universidades es 'Quincemayista', catalanista y el sociólogo de talla mundial animó al presidente a no rendirse tras ser defenestrado por los barones socialistas

Álvaro Soto

Madrid

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Jueves, 9 de enero 2020

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Cuando coincidan en el primer Consejo de Ministros del nuevo Gobierno, el saludo (o el abrazo) entre Pedro Sánchez y Manuel Castells (1942) no será el de dos desconocidos. Bien al contrario, como un alumno aplicado haría con el maestro que le ayudó a salir del pozo en el momento más difícil, puede que el presidente aproveche un momento tan emotivo para darle las gracias a su ministro de Universidades, con el que comenzó a unirse tras un curioso encuentro en California a finales de 2016.

Hijo de dos funcionarios de Hacienda catalanes que lo tuvieron en Hellín (Albacete), donde estaban destinados, Castells, una institución de las Ciencias Sociales, parecía la cuota de Ada Colau en el Gobierno de Sánchez. Este sociólogo de talla mundial, autor de la imprescindible trilogía 'La era de la comunicación', fue profesor en la universidad parisina de Nanterre durante el Mayo del 68 y recibe todavía seis invitaciones al día para dar conferencias y cursos sobre la sociedad de la información, la comunicación y la globalización, según cuenta en el libro 'En qué mundo vivimos' (Alianza Editorial). Además, cumple con el perfil 'quincemayista', equidistante, defensor de una España plurinacional y comprensivo con los nacionalistas catalanes tan del gusto de la líder de los Comunes. A juicio de Castells, el PP es «una amalgama de franquismo, catolicismo conservador, neoliberalismo y redes mafiosas» y Ciudadanos, «un partido de extrema derecha».

A la vez, el discípulo de Alain Touraine y catedrático de la Universidad de California en Berkeley resulta del agrado de Pablo Iglesias, profesor universitario como él, aunque en una entrevista en el programa 'La Tuerka', el líder de Podemos se llevara de él un pellizquito de monja. «Si Podemos llega a la situación de tener que pactar con el PSOE», avisaba Castells, «perdería capital político. ¿Cómo entrar en el sistema sin ser un elemento del sistema? ¿Cómo no ser otra Izquierda Unida?».

Pero Castells no formará parte del Gobierno únicamente por su enorme prestigio académico o por sus credenciales podemistas. Lo hará, también, por la estrecha y curiosa relación que mantiene desde hace años con el presidente del Gobierno y cuyo inicio relata con detalle, y con un tono casi 'hippie', en su libro 'Ruptura', publicado en 2017. «Yo fui testigo de su reflexión y de su decisión final por uno de esos azares de la vida», escribe Castells, refiriéndose a la decisión de Sánchez de dar la batalla para volver a la secretaría general del PSOE tras ser defenestrado por los barones. «Pedro Sánchez quiso alejarse de España por unos días y se fue a California con su familia. California tiene ese exotismo de fin del mundo donde llegan gentes de cualquier parte y para cualquier cosa, territorio límite de la experiencia humana, del que surgen locuras creativas del más alto alcance (...) Y como yo ando por allí parte del tiempo», continúa Castells, «Pedro Sánchez tuvo la idea de que charláramos».

La playa de Santa Mónica

Y no hablaron del tiempo, precisamente. Recuerda el sociólogo que aquella fue una conversación inspiradora. «Yo, que tengo una debilidad romántica por las causas perdidas, le animé a que no se rindiera. Porque si lo hacía, era el fin del PSOE, que sería fagocitado en las fauces históricas de la gran coalición». «Hablamos y hablamos, paseando entre el rumor de las olas de la playa de Santa Mónica, donde yo vivía», refiere Castells, antes de entrar en el meollo del asunto, que podría haber servido como primer capítulo del 'Manual de resistencia' presidencial: «Me quedó claro que él tenía la fuerza suficiente para resistir».

A partir de ahí, el ministro notó que algo cambiaba. «(Sánchez) fue precisando sus pensamientos, aparentemente sintiendo subir la adrenalina de una lucha justa. Cuando le acompañé al aeropuerto, había determinación en su rostro, esperanza en su mirada. Era la más improbable de las aventuras», dice Castells, con épica. Pero al final, hubo «resurrección y victoria». Una victoria ahora compartida.

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