Feijóo va a degüello contra Sánchez y anticipa un resto de legislatura inclemente

Los populares tienen claro que Sánchez está «acorralado» y «contra las cuerdas» y aguantará «lo que pueda» pero «no lo que quiera». Una debilidad que Feijóo no piensa desaprovechar. Se mostrará inclemente sacando toda la maquinaria para «machacar» a su adversario «sin piedad». «Esta es la madre de todas las batallas», reconocen en su entorno. Para muestra un botón.

El jefe de la oposición subió ayer a la tribuna con la escopeta cargada y disparando a izquierda y derecha. Utilizó la primera parte de su intervención para situar a Sánchez como epicentro de la corrupción, pidiéndole que «confiese y devuelva el botín» y acusándole de estar «destruido», de ser un «fraude» que vino a «ensuciarlo todo» y de llegar al poder gracias a la «transacción corrupta» de la amnistía. Insistió en el dolor de la puñalada asestada por quienes fueron sus compañeros de fatiga, el conocido como 'clan del Peugeot', una «organización criminal» como ha descrito la justicia y que ha llevado a la cárcel al, hasta hace un mes, secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán.

Feijóo puso en su mira también a los socios del Ejecutivo a los que criticó porque «no van a mover un dedo» cuando deberían mojarse y elegir entre «Sánchez o la decencia». «Déjense de milongas», les lanzó. «Lo que hoy se dirime aquí –señaló el líder del PP– no es una purga ideológica, sino una purga moral». Solo salvó de la 'cremá' a Junts, a quien ni mencionó, y con quienes están abiertos a futuras alianzas dentro de la ley y la Constitución.

Se dirigió en concreto a la bancada socialista a los que acusó de no alzar la voz contra el presidente porque todos ellos «le deben el puesto a Cerdán». También recriminó su actitud conformista a Sumar y cargó contra EH Bildu de quien no espera nada porque «robar es aún menos que matar». Con el PNV, el expresidente de la Xunta se mostró muy duro, dejando claro que no hay un punto de retorno en su relación. «Viven subyugados o subvencionados», acusó a los nacionalistas vascos, augurando que el PSOE «acabará pactando» con los de Arnaldo Otegi y se quedarán «sin Gobierno, sin principios y sin votantes». «Quién les ha visto y quién les ve», dijo.

Los populares no se creen el discurso del PNV que avisó a Sánchez de que su confianza «está en la UCI» y le ofreció una triple salida añadiendo dimisión o elecciones. «Si es así podrían seguir el camino emprendido hace unos meses por Junts», ironizan en el equipo de Feijóo sobre el órdago lanzado a principios de año por el partido de Carles Puigdemont para forzar a Sánchez a poner a prueba con qué apoyos contaba y que acabó dando marcha atrás.

La respuesta le llegó al gallego de vuelta en forma de aguijonazo por tratar de «enfangar» para sacar rédito electoral cuando lo único que hacen, a ojos de los peneuvistas, es «engordar a la ultraderecha». «No está para dar lecciones ni consejos», le avisó la portavoz Maribel Vaquero, dejando claro que no hay puentes que reconstruir. «¿Para recorrer qué camino?», admiten a la par en Génova.

El jefe de la oposición repartió mandobles pero también recibió a diestro y siniestro. No hubo ni un solo orador que no se le lanzase al cuello. Incluido una vez más Santiago Abascal, que dedico el mismo tiempo a atacar al presidente y al líder conservador. «¿Todos a por el PP? Estamos cómodos y nos reafirma en que solo hay dos opciones: O Sánchez o Feijóo», inciden en Génova. «Para blanquear –insisten– no estamos».

Y, aunque la tensión fue 'in crescendo' llegó a su punto álgido cuando Sánchez en su réplica al PP volvió a sacar la famosa foto de Feijóo con Marcial Dorado. «De todos los que estamos aquí el único que ha mantenido una relación estrecha con un delincuente condenado –recalcó– es usted». Un dardo que no gustó nada al líder de los populares, que aparcó su habitual tono sosegado para contraatacar a degüello por su mujer y su suegro ya fallecido. «Pero, ¿con quién está viviendo usted? Pero, ¿de qué prostíbulos ha vivido usted?», aludió en referencia a los negocios de las saunas de Sabinano Gómez, y que, según los conservadores sirvieron para pagar la casa en la que residió antes de llegar a la Moncloa. Pero no se quedó ahí y cargó contra su rival por ser «partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución» y querer ahora «ilegalizar su biografía».