El emérito vuelve a Galicia en jet privado para ir a las regatas

El aparato usado por el exjefe del Estado para el que es su tercer viaje a España desde que se autoexiliara en Emirato Árabes en verano de 2020, con indicativo ROJ23, es gemelo al que ya utilizó el padre de Felipe VI en su segundo viaje el pasado abril, también para acudir a las regatas.

Tras tomar tierra, Juan Carlos I se dirigió directamente a Sanxenxo, donde, como en anteriores ocasiones, será huésped de su amigo Pedro Campos, presidente del Club Náutico de Sanxenxo y armador del Bribón.

El exjefe del Estado tiene previsto participar entre el 28 al 30 de julio en una nueva regata de la clase 6mR a la caña del Bribón en las aguas de Pontevedra. Esta prueba (que inicialmente estaba señalada para los días 6, 7 y 8 de julio pero se retrasó tras la convocatoria de las elecciones) sería una suerte de preparación para la regata mundial 6mR que se disputará en la isla de Wright en el Reino Unido a finales de agosto.

La intención inicial del padre de Juan Carlos I era haber viajado a Sanxenxo los días 10 y 11 de junio, coincidiendo con la precampaña electoral, pero la regata que estaba programada esas jornadas se suspendió por la previsión de mal tiempo.

Por el momento, se desconoce cuánto tiempo tiene el emérito intención de permanecer en España en esta ocasión y si va a prolongar su estancia en el país hasta la regata en Gran Bretaña.

El jet empleado por Juan Carlos I en este tercer viaje a Vigo es de mayor lujo y capacidad que el que utilizó en su primera visita del año pasado. Puede llevar hasta veinte pasajeros y su coste de vuelo por hora supera los 9.000 euros en chárter.

La aeronave tiene un precio de venta de salida de 50 millones de euros, por lo que se trata de uno de los aviones de lujo más costosos. Con una tripulación de dos o tres personas, el aparato tiene una velocidad de crucero de 904 kilómetros a la hora, lo que lo convierte también en uno de los jets más veloces, equiparable a un vuelo comercial. Tiene un alcance de hasta 9.360 kilómetros y un techo de vuelo cercano a los 15.000 metros.