El despecho de Vicky
Españolista, exvotante del PP, madre de un hijo de 20 años... así es Victoria Álvarez, la ex de Jordi Pujol Ferrusola, la mujer que ha dinamitado la vida catalana
ANTONIO CORBILLÓN
Martes, 19 de agosto 2014, 01:28
Lo suyo es un despecho sentimental que sirve para ajustar cuentas a todo y a todos. En su casita barcelonesa del barrio bien de Pedralbes, ... Victoria Álvarez Martín, Vicky, exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, vive atrapada entre la prensa que espera a su puerta y el ajetreo diario de las noticias sobre los negocios de la saga Pujol. «A la gente le está costando asumirlo. Toda Cataluña está tocada. El hombre más admirado desde la Transición es ahora un chorizo del tres al cuarto», reflexiona. Y esta mujer, una «supercatalana» de origen foráneo (Valencia, 1965) pero que llegó a Barcelona con cuatro años, tiene mucho que ver con el derribo del arquitecto del sueño catalán: Jordi Pujol Soley. El mismo que en sus memorias oficiales destacaba que «la épica de la nación catalana estaba varios peldaños por encima»... de cualquier otro interés.
La vida acomodada de negocios bien remunerados y vuelos en primera clase de esta economista dedicada a las telecomunicaciones saltó por los aires a finales de 2012 cuando decidió contar a la Policía y a la Justicia detalles de su vida junto al primogénito de los Pujol entre los años 2006 y 2008. El teléfono no deja de emitir ruiditos y hasta amenaza con cortarse varias veces. Parece que está pinchado. «Mi teléfono es así... Se me cortaba incluso cuando hablaba con mi abogado», bromea Álvarez al otro lado de la línea. Su voz suena relajada, tal vez porque en breve abandonará su encierro casero para «escaparme unos días a una casa del sur con uno de mis socios». Un alto vital porque «necesito tener la cabeza muy tranquila a partir de ahora en que viene un otoño que se presenta muy calentito». Se refiere a la declaración de su ex (15 de septiembre) ante el juez instructor de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, y de nuevos testigos días después.
Ese encierro apenas lo ha roto para hacer una ronda por las televisiones. Una experiencia en los platós en la que admite un regusto amargo y algunos deslices. «¿Qué hacía yo en Telecinco (Hable con ellas) respondiendo preguntas a Rociíto Carrasco?... No voy a caer en el error de ir de tele en tele vendiéndome. Esto es muy serio como para jugármela».
Vicky Álvarez no deja de representar a una inmigrante más que estudia, pros
pera y triunfa en una Cataluña abierta y laboriosa que ni siquiera cuestiona su ideología de militante de Nuevas Generaciones del PP y votante españolista. No la cuestiona ni cuando se ennovia con el apellido que soporta un ideal. El pujolismo. Pero llegados a este punto, esta mujer ya no espera nada de ningún partido. Tampoco del que ha recibido su voto durante décadas. «Es el momento de los ciudadanos. Si pretendemos que los políticos resuelvan ¡apaga y vámonos! ¿A usted le parece normal que después de la confesión de Pujol ningún partido, ni uno, presentara una demanda? Ha tenido que ser un sindicato como Manos Limpias. Esto es una cloaca».
Formada en el colegio Sagrados Corazones de Barcelona, Vicky tuvo ilustres compañeros de pupitre como el actual brazo derecho de Rajoy, Jorge Moragas. De hecho, fue él quien la puso en contacto con la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, para aprovechar su manantial de hechos y tratar de ahogar al catalanismo. Ahora se siente traicionada por Sánchez-Camacho, a la que atribuye la divulgación de las conversaciones que mantuvieron en el restaurante La Camarga (grabadas por la agencia de detectives Método 3, que había instalado micrófonos en el florero de la mesa) llenas de confidencias, desde sexuales («a pesar de sus 52 años, Jordi es muy bueno en la cama, funciona de puta madre») hasta temas de cirugía plástica como «si llevan o no botox», y asuntos políticos, incluso del propio PP. «De esas grabaciones se ha contado lo que decía yo pero no lo que me contó ella sobre su partido. ¡Y tela lo que tienen ahí dentro!».
En un avión
Vicky Álvarez completó su licenciatura en Económicas en la Universidad de Barcelona. Logró introducirse en el mundo de las telecomunicaciones donde desarrolló una excelente cartera de clientes trabajando para Retevisión, Ono o Auna, que le permitió una buena agenda en el mercado latinoamericano. En uno de esos vuelos, el destino sentó a su lado a Pujol Ferrusola. Para entonces ya era una mujer separada y madre de un chaval de 12 años. Su relación empezó en febrero de 2006. Al principio «todo era maravilloso»: risas, viajes, cenas, coches de alta gama... Aunque el mayor de los Pujol, que siempre solía llevar en el bolsillo mucho dinero en efectivo, «entre 6.000 y 10.000 euros», construyó este noviazgo sobre la primera gran mentira: que estaba separado de su mujer. En 2008, Victoria decidió acabar la relación después de ser testigo mudo de «tantas cosas raras» que resume en «aquella gran mochila llena de billetes de 200 y 500 euros en el maletero de un coche en la estación del AVE de Lleida». En sus vaivenes posteriores, la pareja mantuvo un tiempo de rupturas, reencuentros e intentos de negocios hasta 2009.
Ella insiste ahora en que necesitó mucho tiempo para dar el paso definitivo. En 2010 buscó apoyos legales para denunciar a Jordi por malos tratos y su «continuo acoso en su casa». Pero temía que «el poder del apellido paralizara a la justicia». En medio de todo, tuvo que empezar de nuevo con su vida profesional. «No les di tiempo a que me cerraran las puertas, pero me he pasado meses y meses sin poder trabajar. Gracias a Dios tenía socios en Madrid y Sevilla pero he perdido muchísimo trabajo», reconoce. En la Cataluña de los Pujol «no podía pisar muchas empresas insiste. Y socialmente, lo mismo. Me vetaban en todas partes. Barcelona es muy grande pero la zona alta es muy pequeña y hay una endogamia tremenda».
El registro de empresas refleja que en abril de 2008 creó su gestora mercantil Urbicom S. L. A ella sumó en septiembre de 2010 Partners Consulting Funding, una asesoría empresarial. Con ambas sociedades y trabajando sobre todo fuera de Cataluña (entre Madrid y Sevilla) trata de recuperar «el buen nivel de vida que afortunadamente había logrado para mi familia».
Para el definitivo asalto judicial contó con el espaldarazo de su hijo, que alcanzó la madurez en plena zozobra materna. Hace dos años, cuando cumplió los 18, se lo dejó claro. «Me dijo: Si no denuncias tú, lo haré yo. Me has educado para ser leal y ahora que te ocurre esto ¿vas a ser tú la que cambie la cara?». Vicky entendió una lección que «fue apoyada al cien por cien por todo mi entorno, incluido mi exmarido y su actual mujer, que me han ayudado mucho».
Con estos avales se presentó el 13 de diciembre de 2012 en la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía Nacional en Madrid (UDEF). «Nunca en Barcelona porque los Pujol se hubieran enterado al minuto cero de declarar». Su testimonio lo ratificó ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz un mes después.
Su denuncia parece haber acabado con el manto de silencio en Cataluña. No hay mes en que no se descubran nuevas cifras de los presuntos negocios irregulares de la saga Pujol. «Me advirtieron de las burradas que se iban a decir sobre mí. Que era una fulana, una despechada, una ventajista... Mi entorno me decía: Calla y confía en la justicia». Hasta que llegó el comunicado oficial del expresident el 25 de julio. Un texto que «parece que ha escrito su enemigo... solo demuestra que en este apellido son unos psicópatas de la mentira», advierte Vicky, que dice tener claro el intento de distracción. «Claro, mientras el padre está así y atrae todos los focos... ¿qué están haciendo Oriol, Jordi, Josep, Olegué... ¿no será una táctica?», vuelve a preguntar.
De su futuro personal dice haber ahuyentado el miedo («también los ansiolíticos»), aunque no descarta marcharse de Cataluña «si no me queda más remedio». Y cree que, al igual que ya no hay marcha atrás en la muerte civil del apellido Pujol, tampoco la hay para el futuro de las relaciones entre Cataluña y España. «Han utilizado la causa independentista como una cortina de humo y ya es tarde para muchas cosas porque han generado una masa con la cabeza llena de odio».
¿Y Artur Mas?
Tiene que estar preocupado. Estará pasando un verano difícil, pendiente de que salga algo que le implique a él. Pujol fue su mentor y ¿no iba a saber nada de algo que ha durado 30 años? ¡Por Dios!.
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