Bentley Bentayga: un portaaviones de lujo pensado para la carretera

2023 es, además, un año sumamente especial para C de Salamanca, pues cumple 115 años trayendo los vehículos más exclusivos a la península. Fundado por Carlos de Salamanca y Hurtado Zaldívar, en la actualidad es concesionario oficial de Jaguar, Land Rover, Ferrari y Bentley.

Estamos ante un coche brutal, imponente y elegante a la par. Sus gigantescas dimensiones lo hacen destacar sobre el resto de vehículos que circulan por las carreteras de una manera desproporcionada. Te puede gustar o no, pero lo vas a mirar. Su vista frontal está dominada por una enorme parrilla de diseño vertical, los cuatro faros y las entradas de aire laterales. Sobre el capó descansa el emblemático logo de Bentley. Con todo, el conjunto frontal de casi dos metros de ancho impone, y mucho. No podría decir que ante mis ojos nos encontremos ante un coche estrictamente bonito, porque la verdad es que no me lo parece. Pero tiene una enorme presencia en la carretera.

Donde mas me ha asombrado el Bentayga Extended Wheelbase es en la vista lateral, donde esperaba encontrarme un vehículo francamente desproporcionado dada sus medidas. Pero la realidad es que no. El uso de volúmenes, el enorme capó delantero (que puede verse algo pequeño de lateral debido al largo total) y los pasos de rueda traseros sobredimensionados consiguen que el conjunto lateral se vea relativamente armónico, con un excelente trabajo de diseño capaz de ocultar las proporciones reales del vehículo.

Las medidas del Bentley Bentayga Extended Wheelbase se quedan en las frioleras cantidades de 5.322 mm de largo, 1.998 mm de ancho, 1.739 mm de alto y una batalla de 3.175 mm.

Para impulsar al Bentayga Bentley ofrece diferentes motorizaciones. Nuestra unidad monta el V8 biturbo gasolina de cuatro litros de cilindrada que podemos encontrar en otros vehículos del grupo Volkswagen. Montado en el Bentayga ofrece 550 caballos de potencia y 770 Nm de par. Estamos, sin ningún género de dudas, ante una obra maestra de la ingeniería. A pesar de tratarse de un coche de más de dos toneladas y media, con este propulsor, que envía la fuerza a las cuatro ruedas, acelera de 0 a 100 en 4,9 segundos y le permite alcanzar una punta de 290 kilómetros por hora.

Es un motor fino y a la vez brutal, dependiendo de cómo el piloto quiera que se comporte. Se muestra suave y calmado cundo llevamos una conducción sosegada, pero salvaje y pleno cuando hundimos el pie en el pedal del acelerador.

El conjunto va acoplado a una caja de cambios automática de ocho relaciones, cuyo funcionamiento, a pesar de no ser de doble embrague, es rapidísimo, aunque suave e imperceptible en conducción relajada.

El único pero posible para este motor tiene que ver con los consumos. Por debajo tenemos límites, pero por arriba, el coche se tragará todo lo que te propongas. Si te pesa mucho el pie del acelerador, que no te extrañe ver cifras superiores a los treinta litros a los cien. Supongo que no se puede tener todo. Aunque bueno, si tienes casi medio millón de euros para gastar en un coche, probablemente el consumo sea el menor de tus problemas.

A la hora de configurar tu Bentayga los límites los pones tú, porque la marca te dejará subir la tarifa final del vehículo cientos de miles de euros si te lo propones. Has leído bien: cientos de miles. Por ejemplo, para el reloj que corona el salpicadero, la firma inglesa ofrece como opción el Mulliner Tourbillon, que cuesta, nada más y nada menos que… cuesta hasta escribirlo… 150.000 euros. Este es con excelsa diferencia el extra con un precio más elevado. Pero oye, que un extra como el First Edition, que equipaba nuestra unidad, supone un sobreprecio de más de cuarenta mil euros.

¿Piano black en el exterior? Algo más de nueve mil euros. Y así con todo lo que te puedas imaginar. Porque otra cosa no, pero el Bentley ofrece un abanico de opciones casi inacabable, con la idea de adaptarse a cada cliente y que cada unidad encaje a la perfección con los gustos de los compradores.

Ya quisiera yo sentirme la mitad de cómodo que me siento en los asientos del Bentley en el sofá de mi casa. Y no exagero. Viajar aquí, más aún en los asientos traseros, es el summum de la comodidad y el placer de marcha. El espacio, con 5,32 metros de largo y casi dos metros de ancho, es enorme. Aquí pueden viajar placenteramente cuatro jugadores de la NBA sin ningún género de dudas. Los asientos tienen un mullido excelente, con un pequeño cojín de terciopelo para la cabeza. Tienen regulación eléctrica, calefacción, ventilación y varios tipos de masaje. Pero no los típicos masajes que ofrecen algunas marcas en sus asientos. Estos masajes son masajes de verdad de la buena. La guinda del pastel la pone el asiento trasero derecho siempre y cuando equipemos el extra Air Line Seat Specification. Un opcional de poco más de once mil euros, que permite reclinar el mencionado asiento hasta dejar a su pasajero prácticamente tumbado. Además, si en el asiento delantero derecho no hay nadie, este se reclina hacia delante para dejar aparecer una alfombrilla para los pies. Lo dicho, más quisiera yo en el sofá de mi casa. Las plazas traseras cuentan con televisores y una pequeña pantalla táctil central que podemos extraer para operar distintas funciones del vehículo, como las cortinillas laterales, la música o los masajes, entre otras funcionalidades.

Además, todo lo que vemos y tocamos se siente y es de una calidad supina. Lo que parece cuero, es porque es cuero, pero además de la más alta calidad. Lo mismo ocurre con el aluminio o el resto de materiales nobles que envuelven el habitáculo.

Puesto en marcha el coche disimula francamente bien su peso y dimensiones. El eje trasero direccional lo hace parecer más corto de lo que realmente es a la hora de maniobrar con el. Aunque, con respeto a ese majestuoso V8, la gran protagonista en la conducción es la suspensión neumática con la que viene equipada. Es increíble. Filtra las irregularidades del asfalto de manera que en el interior se vuelven prácticamente imperceptibles, independientemente del tamaño de del badén u otros elementos que puedan perjudicar la fluidez de la marcha. Pero es que, además, cuando se trata de buscarle las cosquillas, nos va a costar horrores, porque al mismo tiempo que se traga todo, consigue mantener la carrocería firme y sin balanceos hasta en conducción deportiva. Le deja a uno sin palabras.

Los frenos tienen una buena mordida, aunque si estuviese planteándome la compra de este gigante, optaría por los carbocerámicos. No porque estos sean malos, sino porque los otros son aún mejores.

Estamos, en definitiva, ante un vehículo que, sin afirmar que valga lo que piden por él, no encontraremos nada que se le parezca por precios inferiores. Un portaaviones concebido para la carretera que hace de los viajes una nueva experiencia que, un servidor por lo menos, hasta ahora desconocía.