El mapa del miedo de las mujeres en Marbella
Como el resto de las ciudades, concentra puntos donde las mujeres se sienten vulnerables. Son zonas que no están vinculadas a delitos, sino a la sensación subjetiva de inseguridad
Inma siempre trata de esquivar los callejones de Puerto Banús porque le causan «pavor». A Lourdes le ocurre lo mismo cuando tiene que atravesar el ... parque de La Represa, sobre todo al subir o bajar por las escaleras que comunican esta zona con la calle Juan Alameda. Para Patricia salir del gimnasio de la calle José Luis Morales para coger el coche es «pasar un mal rato». A Begoña le gusta salir a correr temprano por el paseo marítimo entre San Pedro y Nueva Andalucía pero a veces da media vuelta para evitar zonas poco iluminadas. María no distingue por barrios: «Me da miedo ir por donde sea si las calles están poco transitadas».
Los testimonios de estas mujeres, unidos a los de otras decenas que como ellas se piensan sus itinerarios a diario para tratar de esquivar lugares en los que se sienten vulnerables, sirven para dibujar el mapa del miedo en Marbella: son puntos que podrían encontrarse en cualquier otra ciudad y que no tienen que estar necesariamente vinculados a las zonas más problemáticas o con más índice de delincuencia. Simplemente son espacios que generan una situación subjetiva de miedo en las mujeres y que marcan sus rutinas a la hora de desplazarse. Desde las avenidas que comunican el Bulevar de San Pedro con el paseo marítimo en la zona de Nueva Alcántara o el parque de La Constitución cuando llega la noche, la zona trasera del hotel Benavolá o el interior de los aparcamientos, Marbella cuenta con un amplio catálogo de puntos que dibujan el mapa del miedo de las mujeres. Este fenómeno no es nuevo ni surge de la improvisación o el impulso; de hecho existe una disciplina en el Urbanismo que promueve el diseño de 'ciudades amables' teniendo en cuenta esos sentimientos de vulnerabilidad. Eliminarlos es un reto que trasciende el género y que beneficia a todos los colectivos.
Para avanzar en esta estrategia necesaria, SUR puso en marcha el pasado mes de marzo una campaña en redes sociales con el hashtag #mapadelmiedo y donde se invitaba a las mujeres a compartir esos espacios. El llamamiento generó una amplia respuesta y sirve para fijar los puntos exactos de la ciudad que o bien se esquivan o bien elevan el nivel de alerta cuando no existen itinerarios alternativos.
«Las ciudades de la Costa del Sol necesitan mejorar mucho en este sentido». El diagnóstico lo pone sobre la mesa María Soler, arquitecta que firmó hace más de un año junto a su colega Cristina Gallardo un informe pionero en Andalucía que detectaba puntos hostiles en Málaga tras un completo trabajo de campo realizado con mujeres. Aquella iniciativa partió del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) y sus conclusiones fueron enviadas a los organismos competentes, entre otros el Ayuntamiento, para que se tomaran medidas. «La verdad es que se ha avanzado poco; y no es un fenómeno exclusivo de aquí. La necesidad de repensar el Urbanismo más allá de los despachos y acercarlo a las necesidades reales de los ciudadanos, en especial de las mujeres, es algo que se lleva reclamando desde hace 25 años y la respuesta es aún escasa», sostiene la especialista, quien aporta, de partida, cuatro patrones fundamentales que hacen que una calle se perciba como segura (o no): «Son la iluminación, la limpieza, la gente y las ventanas». Es decir, de puntos donde -en este caso- la mujer sienta que puede ser atendida en el caso de que sea necesario. «Porque las ciudades tienen ojos y oídos -prosigue Soler-: cuando tú pasas sola por un lugar pero piensas que si ocurre algo te van a ver o a escuchar vas más tranquila». La ausencia de recovecos y la anchura de la vía -«si una mujer puede elegir entre una callejuela y una avenida, siempre escogerá la avenida», añade- también son determinantes en este dibujo de la calle ideal.
La realidad, en cambio, está bastante alejada de ese reto. En primer lugar, la arquitecta y coautora del informe 'Mujeres entramando ciudades' sostiene que en muchos lugares «la iluminación está pensada para los coches, no para los peatones y las aceras». Los usos de determinados espacios son también fundamentales a la hora de medir la sensación de vulnerabilidad que generan: «Cuando no hay mezcla de usos hay un problema; por ejemplo en una calle donde sólo haya comercios, en el momento en que se cierren se queda todo desierto», constata Soler, que defiende una combinación de esos usos con el residencial, por ejemplo, para ganar en seguridad.
Otro de los factores fundamentales en el diseño de 'ciudades amables' tiene que ver con el transporte público y con la capacidad de adaptarse a los usuarios en determinadas circunstancias. En este sentido, es un hecho que en zonas residenciales, una vez que terminan los horarios de autobuses los trayectos han de hacerse a pie por lugares que a veces generan temor entre las mujeres. Una de las participantes en la encuesta de SUR se refería a calles «que son zonas donde no hay casas cerca y están muy oscuras y solitarias». Otras constataban un fenómeno idéntico en los polígonos industriales, que a determinadas horas se quedan desiertos pero que son el lugar de trabajo de muchas empleadas «que se dedican a la limpieza de las empresas», observa otra de las usuarias. La solución, en este caso, podría estar en las paradas a demanda; es decir, que las mujeres pudieran escoger dónde se suben o se bajan en función de la cercanía del lugar al que se desplazan.
La nueva concesión del transporte de autobuses urbanos en Marbella ha incluido como novedad la posibilidad de que aquellas mujeres que regresen solas a casa puedan bajarse en los lugares más cercanos a su vivienda dentro de la ruta, aunque no existan paradas establecidas en esos puntos.
«Los polígonos son un fallo logístico de la ciudad porque no están sometidos a un paso normal. Falta una mejora en la iluminación y el transporte, que se ha mejorado en parte pero que necesita más control». Esa reflexión la aporta, por su parte, el arquitecto y urbanista Carlos Hernández Pezzi, quien constata al igual que su colega María Soler que en muchas ciudades «la cuestión de género no se tiene en cuenta en ningún sentido; tampoco en el urbanístico». A juicio de estos profesionales, muchas ciudades costeras, en general, son «amables, pero tiene aún muchas lagunas»; y vinculan su carácter «abierto» y «turístico» a otro fenómeno que corre en paralelo: «Estamos abiertos las 24 horas y tenemos una vida al aire libre, pero eso también va generando una serie de necesidades importantes en materia de prevención, iluminación, limpieza y sobre todo educación», sostiene el experto. Hernández Pezzi participó, de hecho, en unas jornadas sobre 'Urbanismo de la Vida Cotidiana' celebradas el pasado mes de junio en Gijón; y en su ponencia sostuvo que «las mujeres han perdido en el urbanismo liberal pese a lo que han ganado en visibilidad, presencia y cohesión social (...). El urbanismo con perspectiva de género ha sido superado por el urbanismo real».
Esta ausencia no ya de protagonismo, sino de atención, en el urbanismo 'cotidiano', la ilustra María Soler con dos ejemplos muy visuales: «Las ciudades están pensadas en función de recorridos lineales, que generalmente coinciden con los trayectos que hacen los hombres de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. Las mujeres, sin embargo, hacemos recorridos 'poligonales': antes de ir a trabajar dejamos al niño en el cole, compramos algo que falta o hacemos algún recado. Y ahí es más fácil que aparezcan obstáculos». O, dicho de otro modo, la sensación de vulnerabilidad que la especialista también vincula a una cuestión «subjetiva» y que tiene que ver mucho «con lo cultural».
La presidenta de la Plataforma Violencia Cero, Carmen Martín, pone sobre la mesa algunas soluciones recurrentes (más iluminación, mayor seguridad y paradas de autobús a demanda), e insiste en la necesidad de cambiar el foco al que suelen apuntar estas cuestiones. «Se intenta sensibilizar a las mujeres de que tengan precaución, cuando en realidad nosotras ya tenemos claro el cuidado con el que debemos salir a la calle», afirma.
Martín apela a la importancia y el efecto que tendría lanzar campañas no tanto dirigidas a las mujeres, «sino los chicos para que no nos violenten. Cambiar la mirada, que entiendan que los responsables son ellos, no nosotras». Para avanzar en ese reto, la portavoz feminista destaca la importancia de iniciativas como el mapa del miedo. Pero sobre todo otra mucho más poderosa: la educación.
Videovigilancia
Desde el Ayuntamiento de Marbella afirman que se trabaja «de manera constante no solo para reforzar la seguridad en la ciudad -asumiendo competencias del Estado-, sino también para que los vecinos y visitantes perciban que se trata de un municipio seguro». Así resaltan que la Policía Local de Marbella es la única en España que dispone de una unidad específica dirigida a ofrecer atención y protección a la mujer.
Añaden que se realizan actuaciones concretas que incluyen el adecentamiento de los lugares objeto de estudio, iluminación dirigida, realce de la arboleda, limpieza de la zona, eliminación de rincones y ángulos oscuros y refuerzo en las rondas policiales periódicas.
La reciente instalación de los sistemas de videovigilancia son también, desde el punto de vista del equipo de gobierno local, «una herramienta para la prevención de delitos y, por tanto, para ofrecer una mayor seguridad y, por tanto, una mayor sensación de seguridad».
«Me da terror bajar por la escalera del Paco Cantos a Jacinto Benavente»
«Suelo hacer deporte en el polideportivo Paco Cantos y como vivo en el centro corto camino bajando por la escalera que conecta con la avenida Jacinto Benavente. Pero me da terror cuando es de noche, porque es una de las zonas más oscuras de la ciudad. Además suelo encontrar grupitos bebiendo o fumando. Y la mayoría de las veces prefiero dar un rodeo que sentir esa sensación de miedo». Este testimonio fue uno de los muchos que recogió SUR el pasado mes de marzo con motivo de una campaña en redes sociales con el hastag #mapadelmiedo. Con esa etiqueta decenas de mujeres hicieron llegar a la redacción sus experiencias en puntos donde se sienten vulnerables.
Al preguntar al Ayuntamiento por este mapa del miedo concreto en Marbella exponen que ya se está actuando sobre algunos de ellos. En la avenida Mayorazgo y calle José Luis Morales afirman que se han concluido esta semana los trabajos de sustitución del alumbrado. Hasta ahora, esta vía contaba con dos tipos de iluminación: de calle Calvario hasta el Mercado, faroles a 3,2 metros de altura, y del Mercado a la calle Trapiche una iluminación vial en báculos. En el primer tramo se han sustituido por faroles de iluminación leds y en el segundo se han cambiado las luminarias por otras de mayor potencia lumínica.
En el Parque de la Represa, al tener una importante superficie reconocen que hay varias zonas oscuras. Por eso la iluminación se ha reforzado en áreas como la plaza del templete, las pistas de skate y el parque canino. Avanzan que hay que mejorar la iluminación en los caminos interiores, para lo que se está elaborando un proyecto integral. También se han desarrollado planes de limpieza, ornato y realce de la vegetación existente.
Respecto a los callejones de Puerto Banús y zona de Benabolá discrepan de que sean zonas «especialmente problemáticas para la mujer». Además advierten que la iluminación o el ornato de estos enclaves son competencia de la empresa concesionaria del recinto náutico, «que el pasado año reforzó la seguridad en todo el complejo, que cuenta además con sistema de videovigilancia».
Otro punto indicado por la mujeres son los pasos inferiores bajo la carretera nacional 340 en Puerto Banús y Nueva Andalucía. Las fuentes municipales aclaran que estas zonas son de afección de Carreteras y que el Ayuntamiento necesita un permiso administrativo para acometer los trabajos para reforzar la iluminación existente. Se va a solicitar.
Sobre las avenidas de Nueva Alcántara que conectan el Bulevar de San Pedro con el paseo marítimo, señalan que estos viales tienen en común una iluminación con columnas muy altas, pintadas en celeste y blanco, con luminarias que se encuentran muy deterioradas y que no cuentan con repuesto para su sustitución. Es necesario renovar el alumbrado. Esta zona se desarrollará urbanísticamente en breve e incluirá nueva iluminación. Y la avenida del Mediterráneo se encuentra contemplada en la próxima fase del sistema de videovigilancia.
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