Dos decisiones y una incertidumbre

Todo sucedió el jueves. Coca Cola comunica el cierre de la planta embotelladora en Málaga. Una fábrica abierta en 1960, cuando el turismo daba sus primeros pasos, y cuya actividad creció conforme aumentaba la demanda en hoteles, bares y restaurantes de la Costa del Sol. El mismo día Easy Jet anuncia que abrirá la próxima primavera una base de operaciones en Málaga. Dos decisiones de multinacionales potentes, el mismo día y que van en sentidos diametralmente opuestos. No resulta fácil entender cómo se deben leer. Qué significan.

Se supone que quienes están al frente de empresas de semejante calibre cuentan con más y mejor información que el común de los mortales y que también disponen a su servicio de la materia gris suficiente para procesar y analizar esa información. No es que las multinacionales nunca se equivoquen, pero errar a la hora de adoptar decisiones estratégicas suele tener consecuencias que se pagan caro. Cuando Disney optó por París para su parque europeo en lugar de la localización que se había estudiado en Estepona y que le hubiese permitido una ocupación del 100 por cien en invierno hizo una apuesta irreversible. Lo acabarían lamentando.

Decisiones como la apertura de la base operativa de un compañía aérea o el cierre de la planta embotelladora de una de las mayores multinacionales del mundo podrían usarse como termómetro de la situación que atravesamos. Pero al ser contradictorias la única conclusión a la que puede llegarse es que la pandemia nos ha colocado en un escenario de incertidumbre que puede empujar a acertar o a equivocarse groseramente. No queda más que trabajar para darle la razón a Easy Jet y que en el futuro algún directivo de Coca Cola acabe, como su predecesor de Disney, lamentando la decisión tomada.