El ajedrez en Estepona dura todo el verano

Si Estepona es una ciudad comprometida con la práctica del ajedrez, es gracias a Abril, quien pondera los beneficios del juego y reconoce que «siempre hay lista de espera» en sus clases. El problema, aduce, es que «muchas veces los padres se obsesionan». Pocos se paran a pensar que es solo un juego y que, lo primero que uno aprende, «es a saber perder y retirarse». En ningún momento habla de victoria. «A veces se preguntan por qué han perdido y el ego les baja al suelo». Por eso, afirma, el ajedrez es una buena práctica. Más allá de sus beneficios cognitivos (memoria, resolución de problemas, lógica, concentración, etc.), los 64 escaques pueden ser escenario de batallas más importantes para la vida. «Es importantísimo lo que enseño», afirma.

«El que mejor se lo pasa soy yo», reconoce Abril, quien ya solo imparte clases a niños de 2º de primaria. «Es un juego muy psicológico», añade, quien habla del «remate de la temporada». Se refiere a los seis tableros gigantes construidos en el paseo marítimo de Estepona, donde este verano por las tardes se celebrarán torneos de partidas rápidas, una modalidad en la que no siempre los grandes maestros destacan. Se vio en 2018 el Torneo de Candidatos, donde Fabiano Caruana, enciclopédico en las largas, titubeó en las rápidas ante Ian Niepómniashi. Abril continuará su proyecto docente este verano en el Centro Cultural Padre Manuel, donde se celebrarán clases de iniciación y perfeccionamiento para menores de 16 años. Si una Judit Polgar o un nuevo Magnus Carlsen surgen de Estepona, señalen a Miguel Abril, quien destaca la forma de jugar de los jóvenes. «No se obsesionan tanto». Muchos de ellos, reconoce Abril, solo buscan en el ajedrez «un alivio a sus problemas familiares».