Vuelve Kanaloa: el espíritu surfero de Pedregalejo renace 24 años después

Fue en 1980 cuando sus padres, el inglés Tim y la holandesa Rita, compraron dos casitas junto al mar, las unieron, las reformaron de forma sencilla y fundaron Kanaloa. Entonces, «el mar llegaba hasta la misma puerta y el paseo marítimo aún no existía» nos contaba Dani Mortimer. Las casas tenían entradas laterales para poder acceder cuando subía la marea. Dentro del local, las tablas de surf hechas a mano decoraban el ambiente y Kanaloa se convirtió en un punto de encuentro para surfistas venidos de toda Europa, atraídos por las potentes olas que rompían desde el arroyo del Palo hasta el final de Pedregalejo, cuando todavía no existían los espigones y los amantes del surf como Pepe Almoguera paseaban sus tablas buscando olas justo en esas playas.

Hoy, sus 3 hijos se asocian y reabren el mítico lugar, tras una cuidada reforma pensada por ellos mismos. Grandes ventanales abiertos al mar, detalles náuticos en las barras, apertura de la puerta lateral original como acceso al local, blanco y madera predominan en la decoración. No solo la terraza será un punto de encuentro; el interior también dispone de mesas pensadas para disfrutar de una copa durante la tarde.

En los fogones estará Basi, formado en La Cónsula, con una sólida trayectoria en cocina y grandes caterings. Detrás de la barra, Rocío Moreno, muy querida en el barrio, conocida por su trabajo en La Casita. Completan el equipo Javier García y Arancha Hernández.

La nueva carta del restaurante ofrece opciones como huevos revueltos o fruta de temporada para el desayuno, y una selección de tostas, croquetas, crepes salados y ensaladas para el almuerzo. Los precios van entre los 8 euros de la tapa de ensaladilla y los 16 euros del plato de carne con salsa de vino de Málaga. «La carta irá evolucionando a medida que conozcamos mejor las preferencias de nuestros clientes», comenta Basi con ilusión ante la reciente apertura del local.

Kanaloa regresa no solo como homenaje a una época dorada, sino como un nuevo punto de encuentro frente al mar, donde tomar una cerveza será volver, de alguna manera, a aquellos días en los que las olas y el surf marcaban el ritmo de Pedregalejo.