Es prescriptivo, razonable y práctico que los bares y restaurantes adopten medidas de higiene y seguridad para limitar la propagación del Covid, pero tales medidas ... no deberían ir tan lejos como para llegar a degradar la experiencia gastronómica. Lo que en tiempos normales han sido establecimientos acogedores y amigables, se han transformado en muchos casos en lugares inhóspitos por la imposición absurda y desconsiderada de lo que la gerencia entiende como opciones modernas y avanzadas. ¿Alguien puede explicar, por ejemplo, por qué razón se nos exige que usemos nuestros teléfonos móviles para acceder a la carta? Los códigos QR colocados en las mesas pueden estar bien para los jóvenes familiarizados con las herramientas tecnológicas, pero para la mayoría de las personas no es más que una complicación innecesaria. Que un camarero responda a la solicitud de una carta señalando con el dedo lo que inicialmente pensábamos que era un posavasos de cerveza pegado a la mesa o cualquier otra cosa («sí, es un código QR») no es una experiencia fácil para el cliente. Y si nos entregan una tableta, ¿sabemos instintivamente cómo navegar desde la página de ensaladas a la de postres? ¿Qué hay de malo en tener la carta impresa en hojas de papel que se pueden tirar después de cada uso, por un coste insignificante? ¿O bien, honrando la tradición, la clásica pizarra en la pared o llevada de mesa en mesa? O, mejor aún, y la forma perfecta de iniciar una buena relación con el servicio de sala desde el primer momento: que nos recite el menú de su pequeño bloc.
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