Otra manera de ver el pescado
GASTRO REFLEXIONES ·
Hace poco, durante la visita a un puerto pesquero de la provincia, vimos en la lonja cuatro o cinco contenedores, cada uno con capacidad para ... más de una tonelada, llenos de pescados aún frescos. Había jureles de talla comercial, bogas, besuguillos, lachas... La sangre empezaba a rezumar por debajo, componiendo una hiriente metáfora del maltrato al que sometemos el mar. Nos dijeron que el fin de todo aquel pescado sería la elaboración de harinas y piensos. Multipliquen esos contenedores por cientos de días de faena al año y por decenas de lonjas en el litoral. Elévenlo exponencialmente si su pensamiento surca los mares tras los grandes pesqueros. Las cifras oficiales dicen que en la pesca artesanal los descartes suponen el 3%, pero que en la industrial se elevan al 13%, y hablamos solo de pesca legal. El escaso valor de mercado de determinadas especies es un problema. Ahora que la penúltima plaga gourmet tiene forma de quisquilla, y todo foodie que se precie ha de colgar en redes sociales fotos de su plato de colitas punteadas de huevas azules, ¿nos preguntamos alguna vez de dónde sale tanta quisquilla? Deberíamos hacerlo, porque la trazabilidad es el gran valor en alza en gastronomía. Y, precisamente, es el pilar de un proyecto que acaba de nacer en Barcelona y aspira a dar una salida comercial digna a especies de cercanía poco valoradas. Se llama El Peix al Plat (www.elpeixalplat.com), y las promotoras son dos biólogas. El Peix al Plat ofrece al consumidor cajas variadas de pescados locales que libran de llegar a esos contenedores. Proceden de pesca artesanal, se compran en lonja a un precio digno y se ajustan a las tallas y artes permitidas. Cajas variadas que pocas horas después de llegar a puerto están en la cocina de restaurantes, comunidades o particulares, que además pueden acceder a recetas, clases de cocina y otras actividades didácticas. Una nueva forma de dar valor al pescado.
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