La expresión 'la hora del vermut' resulta algo tramposa, porque viene a decir que es momento para el primer trago del día, incluso cuando en ... la práctica no sea vermut, sino otra cosa. En países como España, Francia o Italia es tradición tomar un vermut blanco o tinto con hielo y soda a modo de aperitivo, y para los amantes del dry martini, el vermut blanco es un ingrediente imprescindible del clásico cóctel, siempre que se eche por gotas, o, como dijo Churchill, «solo enseñando la botella». El vermut es un vino aromatizado cuyo consumo brinda la posibilidad de ingerir alcohol no destilado sino fermentado e infusionado con plantas aromáticas y botánicos con muchos beneficios para el sistema digestivo.
Beber una copa de vermut como hábito implica consumir una bebida con sustancias antiinflamatorias y que ayudan a fortalecer el sistema inmune y a rebajar el estrés. En este sentido puede ser más beneficioso que el vino. Su nombre proviene de 'wermut', término alemán del siglo XVIII para un vino medicinal cuyo ingrediente esencial era el ajenjo, supuestamente el componente de la absenta, con mala fama porque causaba ceguera. Es muy fácil preparar vermut en casa con algún vino blanco suave y un poco de vino fino ligeramente reducido. Cocinar con vermut es una delicia, así que, en lugar de echar un tinto mediocre a un estofado de ternera, pruebe con un vermut rojo. También mejora unas lentejas. Y el blanco va fenomenal en la sopa de cebolla o en una salsa para salmón. Los expertos insisten en guardarlo en frigorífico, y nunca más de seis meses.
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