Igual que en su día un resorte hizo saltar el movimiento 'me too' y decenas de situaciones de acoso sexual en el mundo del espectáculo ... fueron denunciadas, la foto de la gala Michelin en Toledo colmó el vaso del agravio de la invisibilidad de las mujeres en la cocina. A la guía le llovieron reproches. Es previsible que sus inspectores tengan que visitar más restaurantes regentados por cocineras en lo sucesivo. No hay cifras que nos digan con qué intensidad persiguen las mujeres la fama culinaria, pero sabemos por la Encuesta de Población Activa que el 53% del sector lo conforman trabajadoras y empresarias. Una es Purificación Molina, cocinera del chiringuito El Saladero (Caleta de Vélez), distinguida en la presentación de la guía 'Quién es quién en la gastronomía de Málaga 2023', de SUR. El premio debía ser una sorpresa, pero Puri, como la llaman todos, sospechó cuando el crítico Enrique Bellver le dijo, tras probar sus excelsos guisos, que merecía un premio. Así que, pese a estar recuperándose de una intervención, se puso guapísima y fue a la gala del brazo de su hijo Juande, hasta entonces la cara de El Saladero. Dijeron su nombre, subió al escenario, recibió el premio y, cuando la invitaron al estrado para decir unas palabras, habló con el júbilo de quien recibe justicia. Contó que había empezado en el negocio familiar, un quiosco de pescadores en los años sesenta, cumplidos los trece. Dijo que no sabe ni desea hacer otra cosa que no sea cocinar. No quería dejarse nada en el tintero, ni siquiera su edad, 66 años, así que se dio la vuelta y se adueñó del micro cuantas veces consideró necesario. Por el público podría haberse quedado más tiempo. Su discurso feliz y sin filtros liberó risas y algunas lágrimas en aquel acto formal. No sabemos si Puri conquistará algún día una estrella, pero les puso voz a muchas grandes cocineras que nunca han recibido un aplauso.
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