La compasión ha jugado un papel clave en nuestro devenir como especie. Hace un millón de años, el homo antecessor de Atapuerca practicaba la antropofagia. ... Tras interrogarse sobre esta práctica en un entorno donde abundaban otros animales, el Centro Nacional de Investigaciones sobre la Evolución Humana (CENIEH) ha concluido que el motivo era meramente práctico. Un miembro del grupo o un rival muerto era carne fácil. Cientos de miles de años más tarde, en el Paleolítico, no solo ha desaparecido esa práctica sino que en los asentamientos humanos aparecen restos óseos de individuos ancianos o enfermos que indican que lograron sobrevivir gracias a la comunidad, que, por ejemplo, inventa las sopas para nutrir a personas desdentadas.
La palabra compasión viene de una construcción latina que significa 'padecer con', y su equivalente en griego, con idéntica composición y sentido, da lugar a la palabra simpatía. La compasión es un sentimiento tan potente que puede hacer que un soldado desista de disparar a un enemigo en el frente o que un cazador deje escapar una presa fácil.
La compasión moderna hacia los animales está forzando a la siempre opaca industria de la ganadería intensiva a contemplar el bienestar en sus procesos. Las imágenes de granjas provocan irremediablemente la pérdida de consumidores, porque lo que pone en marcha el mecanismo de la compasión es el conocimiento: Ojos que no ven, corazón que no siente. Tampoco nos enseñan mucho las condiciones de vida de trabajadores de la agricultura intensiva o de las poblaciones que viven en entornos dedicados a ella en diversas partes del mundo. Gente que ve secarse pozos, respira venenos, trabaja en condiciones de esclavitud o es expulsada de la tierra que le pertenece. Pero cuando los vemos tampoco nos movilizan. No nos reconocemos en ellos. Paradojas de la especie.
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