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La hermosa y apacible ciudad de Bérgamo, con 122.000 habitantes y enmarcada por la silueta de los Alpes, suele quedar excluida de la mayoría ... de los tours por Italia. Cierto es que la Lombardía no es una región muy turística, con la excepción de la capital, Milán, por la que los bergamascos sienten una aversión histórica. Pero en un momento en que la masificación impide disfrutar plenamente las visitas a otros destinos, Bérgamo resulta encantadora precisamente porque ofrece la posibilidad de disfrutar de un lugar vivo y genuino. La ciudad se divide en la parte alta, donde las murallas del siglo XVI, Patrimonio de la Humanidad, enmarcan la ciudad que la República de Venecia arrebató a Milán; y la parte baja, menos monumental, pero agradable y bien trazada, con numerosas casas antiguas ajardinadas convertidas en restaurantes.
Un funicular une ambos niveles. En la ciudad alta se pueden admirar singulares joyas arquitectónicas como la Capilla Colleoni (s. XV), dedicada a un poderoso señor de la ciudad, o visitar el museo y la casa natal de Gaetano Donizetti, autor de la famosísima aria 'Una furtiva lacrima', pero también se puede derramar una furtiva 'lacrima' de emoción al probar el helado de stracciatella en su lugar de invención, la confitería y heladería La Marianna. Helado que se sigue haciendo en la misma mantecadora del que salió el primero en 1961. La gastronomía bergamasca es calórica, con mucha polenta, quesos de carácter, pastas rellenas como los casoncelli, y algún dulce de tradición secular como la 'polenta e osei'.
En 1961, el propietario de La Marianna (https://lamarianna.it/), hoy heladería, pastelería y restaurante en la parte alta de la ciudad, tuvo la brillante idea de alegrar el helado de nata de su vitrina con trozos de chocolate. Acababa de nacer la stracciatella, y con ella, la fama mundial para un negocio que sigue en manos de la misma familia, y cuyo helado estrella se sigue haciendo en la misma mantecadora. Sea o no su gusto favorito, merece la pena. Una textura fantástica y muchos trozos de chocolate.
La influencia veneciana se deja sentir en muchos rasgos de la arquitectura bergamasca y en su cocina. En pasta, los casoncelli rellenos de queso y miga de pan y servidos con panceta son la especialidad local, pero por encima incluso están las infinitas variantes de polenta, de maíz o de trigo sarraceno, saladas y dulces. Trattoria D'Ambrosio (https://trattoriadambrosio.it/) es un templo de la cocina tradicional. En Mona Lisa (https://www.monnalisabergamo.com/) se fusionan platos locales tradicionales y cocina siciliana.
Estando en las estribaciones de los Alpes, no es de extrañar que una de las especialidades bergamascas sean los quesos. La quesería Ol Formager (http://www.olformager.it/) ofrece un surtido impresionante.
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