Bendita formación
Hace varios años, la hostelería se convirtió en un refugio de jóvenes, muchos estudiantes, incluido quien escribe estas líneas. Trabajar, especialmente durante los meses de ... verano, tenía un único propósito: obtener algunos ingresos para sobrellevar los meses de invierno sin pedir la paga a nuestros padres o, en algunos casos, para ahorrar y comprar la última videoconsola o la scooter del momento.
El boom turístico en España atrajo a jóvenes ávidos de aprender, pero sin la intención de convertir la hostelería en su carrera a largo plazo. Hoy, la industria de la hostelería no vive su mejor momento. Me atrevo a decirles que hace ya algunos años. Posiblemente, nos enfrentamos a la peor crisis de mano de obra de la historia: la escasez de personal capacitado para desempeñar este tipo de trabajo. En realidad, muchos trabajos. Porque la hostelería no se limita únicamente a los cocineros, que han ganado notoriedad gracias a los programas televisivos, sino que también incluye camareros, sumilleres, hostess y plantilla imprescindible para el mantenimiento y la limpieza de cualquier establecimiento de restauración. Un escenario cambiante en el que también hay avances. Atrás han quedado las intensas horas de trabajo, las jornadas prolongadas o las malas condiciones económicas.
La innata empatía y paciencia son algunos de los atributos de estos profesionales, pero sin la formación adecuada, como la que han recibido muchos de ellos en las escuelas de hostelería, su relevancia y futuro habrían sido limitados. No debe caer en el olvido. Precisamente este mes, la Escuela de Hostelería de Benalmádena La Fonda celebra su 30 aniversario. Tres décadas formando a excelentes profesionales que hoy ejercen su labor a nivel mundial. Permítanme compartirles que yo también pasé por esta escuela y, estoy seguro de que no me equivoqué al elegir este sector. Tampoco al escoger esta escuela para formarme. ¡Felices 30 años! Espero que sean muchos más.
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