Visita inédita a Andorra en el momento decisivo para el Málaga

Al Málaga le tocó en suerte el Andorra después de haber eliminado al Compostela en su primera eliminatoria (la tercera aquella temporada) en la que sería penúltima campaña como Club Deportivo. Frente al cuadro gallego se dio una paradoja: en la ida (1-1) estuvo dirigido por Waldo Ramos mientras que en la vuelta ya le tocó a su sustituto en el banquillo, Ben Barek. La realidad es que se produjo una sucesión de curiosidades porque en La Rosaleda doblegó a su rival por 3-0 y, junto a un gol en propia meta de Gelo, marcaron Matosas y Palomo Usuriaga. Y precisamente se decidió la salida de ambos en vísperas de aquel encuentro fallido en Andorra. Del cuadro andorrano se desconocía casi todo, aunque meses después recaló allí Da Silva, central que había jugado casi una veintena de partidos en el Málaga de Benítez en la temporada 86-87, aquella en la que falleció Gallardo y en la que se evitó el descenso a Segunda B en un extraño 'play-off'.

La eliminatoria copera frente al conjunto del Principado le salió muy cara al Málaga. El club decidió que el equipo se quedara en Andorra tras haber jugado en Sabadell en un partido de infausto recuerdo porque se jugó pese a que ETA mató en un atentado a seis policías nacionales cuando se dirigían precisamente a cubrir el servicio en el estadio Nova Creu Alta. La expedición se concentró en Seo de Urgel, pero la tormenta desembocó en 40 centímetros de altura en el terreno de juego.

El partido del domingo (18.30 horas) se disputará en el Estadi Nacional, situado en el centro del país andorrano, con capacidad para 3.347 espectadores y al que se mudó el club por las exigencias de LaLiga tras abandonar Prada de Moles, en Encamp. Hace más de 32 años el Andorra jugaba en El Aixovall. Allí estuvo el enviado especial de SUR, Paco Cañete, que tras una visita junto a los técnicos (Ben Barek y su segundo, José Luis Burgueña; el delegado, José Losada, y el masajista Javier Souvirón) relató que el campo era «muy pequeño, con una tribuna cubierta, sin más gradas y una reja que lo separa de la carretera». Las dimensiones eran de 90x65 metros, pero ni siquiera fue factible comprobarlo. La nevada impedía acceder al recinto de juego, así que el árbitro riojano, Marín López, no tuvo la más mínima duda a la hora de aplazarlo. Incluso, Losada tuvo numerosos problemas durante varias horas para contactar con los directivos locales.

Casi a la misma hora que el Málaga debía disputar su primer partido oficial en Andorra, el miércoles 12 de diciembre, la expedición regresaba a Málaga. También fue infructuoso hacerlo el martes por noche porque no quedaban plazas libres suficientes en el vuelo desde Barcelona. Quedaba en el aire aquel duelo inédito en la historia blanquiazul a la espera de una decisión de la Federación Española.

La respuesta federativa no tardó en producirse: el Andorra-Málaga debía disputarse una semana más tarde, el miércoles 19. Y hasta se designó a otro colegiado para dirigirlo, el vizcaíno González Lecue. Conforme se acercaba la nueva fecha para aquella cita copera no variaron las noticias. Se mantenían las adversas condiciones meteorológicas y con el paso de los días las nevadas persistían. La incertidumbre sólo desapareció a comienzos de aquella semana, cuando, ante la imposibilidad de jugar en el campo del Principado, se buscaron alternativas. Entonces entró en escena el Mollerusa, equipo de la localidad situada a una veintena de kilómetros de Lérida. Su ofrecimiento para albergar el encuentro fue valorado por todas las partes y se optó por disputarlo en el Municipal.

Los aficionados del Andorra se quedaron sin ver en su campo al Málaga, en el que jugaba un futbolista que había santo y seña del Barcelona ('Boquerón' Esteban), y tampoco se arriesgaron a desplazarse hasta Mollerusa. Finalmente en aquel encuentro que precedía a las vacaciones navideñas para la plantilla blanquiazul sólo hubo doscientas personas... y contando a los periodistas y al personal encargado de trabajar en el recinto.

El partido en sí tuvo poca historia. El Málaga se impuso por 0-1 en un duelo sin exigencia que incluso le permitió a Ben Barek no introducir cambios. El hoy consejero consultivo optó por hacer debutar al tercer portero, el internacional juvenil Belman, al que acompañaron Esteban, Añón, Chirri y Merino, en la defensa; Villa, Jaime, Chesa y Emilio, en el centro del campo, y Quino y Toledano, en punta. El único gol llegó en el minuto 49, obra de Emilio al rematar de tiro raso una falta lanzada por Esteban. Después, en la vuelta, tampoco hubo color y el equipo blanquiazul goleó por 5-0 con tantos de Chesa, Esteban, Toledano y dos de Quino. En la siguiente ronda, previa a los octavos de final, cayó frente al Deportivo después de perder por 3-2 en Riazor (Toledano, en el primer minuto, y Quino, en el 86, fueron los autores de los tantos) y empatar a cero en La Rosaleda.

La historia depara regates curiosos. El Málaga visitará este domingo por primera vez Andorra después de aquel intento fallido en la Copa del Rey a finales de 1990. La nieve puede volver a complicar el panorama, aunque no parece que vaya a provocar, como entonces, un aplazamiento. Eso sí, la cita es tan decisiva que el sueño de la remontada pasa, al menos, por repetir aquel 0-1 en el campo del Mollerusa.