Si no fuera porque se trata de un tipo altanero y provocón -no fuera porque se siente más empresario que futbolista (hundiéndose en un mar ... de millones con una Supercopa a su medida)-, yo pensaría que Gerard Piqué es un buen elemento. Y hasta me caía bien, aunque sólo fuera por haber invertido en nuestra ciudad convirtiendo el viejo cine Andalucía en un futuro hotel. Su renuncia a la selección española algunos la entendieron como gesto independentista, pero más bien es que pretendía dedicar más tiempo al saneado negocio de la Supercopa, a la compra y 'colocación' del Andorra en una categoría más cómoda para sus intereses. Y además se ha sabido su ambición de que lo lleven a los JJ.OO. ¿Se puede pedir más? Todo lo dicho y mucho más es el compendio de una Supercopa de España que fue exiliada a Arabia Saudí por un montón de millones, con acceso reservado exclusivamente al Madrid y Barcelona, más otros dos equipos que hagan de comparsas sin que tuviera nada que ver el balón.
Donde sí ha rodado el balón, y de qué manera, ha sido en ese Betis-Valencia, final de la Copa del Rey que ha de quedar como recuerdo ejemplar. Ha sido un triunfo más de Manuel Pellegrini, a quien considero personalmente uno de los mejores entrenadores del fútbol mundial, si no el mejor. Puso los cimientos del Villarreal europeo, llevó al Málaga a la Champions, como lo ha logrado con el equipo sevillano ahora al ganar la Copa del Rey. Por todo ello no puede extrañar (según he visto y oído) que suene una oferta al técnico chileno para dirigir la selección brasileña. No está mal.
Vistos los detalles de dos grandes torneos coperos, el de Piqué y el de Pellegrini, queda por verse lo que ocurra esta noche en Mánchester. Será un bonito encuentro Guardiola-Ancelotti en busca de la ansiada Copa de Europa. Por derecho, sin trampa ni cartón. Aquí, en Málaga, sólo nos queda el consuelo de poder tomar una copa para celebrar la salvación del equipo. Que luego ya se verá.
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