Debe fastidiar mucho vender a tu mejor jugador por casi veinte millones y sólo ver siete en tus arcas. Eso es únicamente lo que le ... sucede al Braga en el 'caso Horta'. Ni más ni menos. Todo lo demás es manipular la realidad. El Málaga posee por contrato dos tercios de su propiedad, aunque luego cedió por necesidad un tercio a un fondo de inversión. Es decir, por mucho que desde Portugal quieran meter presión y sembrar polémica, en La Rosaleda sólo tienen que esperar sentados. Así de sencillo.
Porque la película sólo tiene un guion: dos equipos negocian la compraventa de un jugador mientras un tercero, al margen, cuenta con una parte de los derechos de ese futbolista (en este caso, una gran parte). Es tan sencillo como que hace un año el Paris Saint-Germain hubiera traspasado a Mbappé (al Madrid o a cualquier otro equipo) y que el Mónaco, por el contrato firmado en su día, hubiera recibido los 35 millones de euros pactados. El club monegasco no podía inmiscuirse (como ahora el Málaga con Braga), sino simplemente esperar. No hay más.
El presidente del Braga es una versión cutre de Jean-Michel Aulas, ese férreo mandatario del Olympique de Lyon al que, por cierto, el fallecido dirigente malaguista José Carlos Pérez tumbó en la partida por Toulalan («esto es lo que hay y de aquí no paso; te doy media hora para responder», le dijo antes de levantarse y marcharse al hotel). Antonio Salvador tuvo la oportunidad años atrás de comprar la parte de Horta que posee el Málaga a bajo precio por la situación de quiebra en La Rosaleda y no lo hizo. Miró hacia otro lado y ahora trata de emplear esa misma baza cuando, afortunadamente, el club de Martiricos ya no está en estado crítico.
Como al Málaga le avala un contrato –así lo ha asegurado en todo momento el administrador judicial–, simplemente tiene que esperar sentado. Es un simple convidado de piedra en una negociación entre dos clubes por un futbolista deslumbrado por el sueño que siempre tuvo.
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