Puro malaguismo a 3.000 kilómetros

«Hace cinco años estuve por Málaga y con mis amigos decidí visitar el museo del Málaga y La Rosaleda, y desde que la pisé me enamoré del club. Empecé a seguirlo y he visto todos sus partidos desde entonces», rememora Arild en una de sus frecuentes visitas a la ciudad. Recuerda que uno de los jugadores que más le marcó fue el que por aquellos tiempos era el capitán y referencia del equipo: «Sin duda, el jugador que más me gustó fue Ignacio Camacho. Es mi ídolo», señala con orgullo.

Este inusual aficionado viaja cada de vez que puede planificar unos días de descanso en su trabajo provisional como operario de un aeropuerto de Noruega. Es su forma de financiar los estudios de castellano, y de ahí su manejo de la lengua y su tono académico. De esta forma lo viene haciendo desde 2016, año en el que pudo venir a vivir su primer partido en La Rosaleda: «Fue contra la Real Sociedad, y recuerdo que perdimos (se ríe, es consciente que no eligió un equipo fácil). Luego he podido venir en otros partidos», explica a la vez que aclara que en Noruega también tiene otro equipo: «Se llama Vikings Stavanger, pero... el Málaga es más especial», reconoce. Intenta aparecer por la ciudad cada seis meses, como máximo. Su deseo es residir algún día en Málaga y dar clases de Lengua aquí. Es apasionado y extrovertido, y ha hecho muy buenas migas con los aficionados autóctonos.

«He conocido mucha gente de Málaga que me han incluido en la familia malaguista y ya me siento parte de ella, eso es muy grande», dice emocionado al lado de Jorge, un fiel malaguista de la Grada de Animación, que es su principal enlace en la ciudad. «Nos conocimos sobre todo por las redes sociales y él, viendo que yo era tan malaguista, me mensajeó. De ahí surgió nuestra amistad. Le he ido llevando por los sitios buenos de aquí, también por mi barrio en El Palo. En un principio es difícil de creer, pero aunque nuestro equipo no es un grande, John lo siente así. Se ha empapado de la historia y conoce a jugadores míticos del equipo», cuenta Jorge.

Y recoge el cable John, que sigue aclarando su afición por el Málaga: «Lo que me interesa es el sentimiento que hay en la ciudad, es muy especial. Venimos para encontrarnos dos horas antes del partido, en el Kiosko Manolo (cerca del campo), y no es posible comprenderlo, simplemente es un sentimiento que no muere, que solo crece», transmite con una sonrisa imborrable en los aledaños del estadio. Disfruta y saborea cada momento aunque tampoco es ajeno a los problemas del club: «Es muy triste ver la situación, una directiva que no vale para nada, muy triste», opina antes de entrar al estadio.

Será el final de su visita relámpago en la que para esta ocasión le acompañó también su hermano, que sigue alucinado los pasos de John. Pero a pesar de la distancia siempre está pendiente de la última hora a través de las redes sociales, donde también intenta escribir algunas de sus experiencia en la página de Facebook 'Málaga en Noruega'. Unas historias que comparte también con la peña noruega del Málaga que ya existe en Fuengirola. La pasión de John Arild es un ejemplo de la magia y el encanto que transmite la entidad blanquiazul al exterior, a pesar de las crisis cíclicas de la entidad. Por cosas como estas, el Málaga nunca está solo en ningún campo donde juegue.