Un Málaga incapaz de reaccionar no levanta cabeza en La Rosaleda (0-2)

Los cinco cambios realizados por Pellicer durante el choque apenas surtieron efecto, ya que los futbolistas de refresco no mejoraron a quienes sustituyeron, lo que llevó al equipo a bajar el rendimiento cuando tenía que reaccionar. Al final, en el peor momento posible, le faltó empuje para llevar peligro a la meta contraria, lo que, incluso, dio alas al rival en el contragolpe. El técnico deberá ahora replantearse el reparto de minutos para buscar ya una mayor estabilidad, si bien tampoco dispone de muchas alternativas entre dieciocho profesionales. El Málaga sufrió mucho y dio un paso atrás también en sus sensaciones, algo que deberá cambiar lo antes posible para que la dinámica no cambie.

El entrenador, pese a los numerosos cambios en el equipo, mantuvo sus planes de los últimos encuentros ligueros, aunque con algún retoque en relación al segundo delantero o el enganche con el ataque. Hizo variaciones, alguna obligada, mientras que en esta ocasión utilizó de entrada a un solo filial, Ramón, alineando a diez hombres con ficha con el primer equipo. Dani Barrio volvió a la portería tras la Copa, mientras que dispuso otra vez al central Mejías como lateral y Alexander González ocupó una plaza entre los titulares por la izquierda. Su rival incluyó a nada menos que a tres exmalaguistas en once: Iván Rodríguez, Eirik Morán y Sielva.

El arranque fue equilibrado, con un Málaga algo más incómodo que otras veces. El trabajo táctico deslucía el juego combinativo e impedía que el balón llegara a las porterías, mientras que las oportunidades eran inexistentes. Pero los fantasmas volvieron a aparecer pronto en una segunda acción en la que precisamente intervinieron dos jugadores que habían vestido la camiseta blanquiazul: centro de Morán y remate espectacular de Sielva a media altura que entró en la meta de Dani Barrio. Un nuevo desajuste permitió que el medio contrario pudiera empalmar el balón desde el borde del área.

Le costó al Málaga recuperarse del mazazo del gol, ya que la Ponferradina estaba bien colocada y siempre amenazaba con ataques rápidos o contragolpes. De ahí que el miedo a las pérdidas impedía que el cuadro de Martiricos adelantara definitivamente las líneas. Poco a poco, sin embargo, se fue liberando y consiguió poner algo de cerco a la meta de Caro, pero sin la contundencia necesaria. Cristian y Rahmani, en dos ocasiones, pudieron empatar el partido, pero tampoco contaron con acierto. Generaba peligro y dominaba el juego, pero sin eficacia.

Por el juego desplegado y el empuje demostrado, mereció el Málaga igualar el choque antes del descanso, pero no solo no lo consiguió, sino que la Ponferradina no se encerró para defender el resultado. Pellicer recompuso el once en el descanso para darle entrada a Cristo y Caye Quintana.

Parecía claro y obligado que el peso del juego tenía que recaer sobre el Málaga, y lo hizo de una forma clara. Pero el control del partido no le permitía disponer de ocasiones. Le costaba profundizar, ya que Rahmani y Joaquín tenían muchos problemas para armar sus jugadas. Y Pellicer dio otra vuelta de tuerca y saltaron al campo Jairo y Jozabed, pero seguía faltando más ritmo y profundidad.

La reacción del Málaga no llegaba. Más bien al contrario, ya que el equipo blanquiazul perdía fuelle y tuvo que esperar hasta los últimos minutos para buscar la meta de la Ponferradina y disponer de algunas opciones. Una de cabeza de Rahmani fue la más clara, pero llegaron otras menos relevantes sin gran acierto. Por contra, Yuri estrelló el balón en un poste y Gaspar marcó el segundo tanto ante un rival entregado ya. Un desastre al final, con un Málaga sin recursos. La Rosaleda se ha convertido ya en un problema