Impresionante respuesta de la afición del Málaga al entrenamiento a puertas abiertas

Una cifra que superó las expectativas de la entidad malaguista, que tuvo que improvisar sobre la marcha e ir abriendo nuevos sectores de la grada del estadio conforme seguían llegando aficionados con ganas de pasar una apacible mañana junto a su equipo a pesar de que la situación deportiva no sea la mejor.

Hasta una hora antes del comienzo de la sesión –que tuvo que retrasarse para esperar a que todos tomaran más o menos asiento y que arrancó finalmente sobre las 10.50 horas (con 20 minutos sobre la hora prevista)– ya había colas kilométricas que rodeaban el campo de Martiricos hasta sobrepasar el puente contiguo a La Rosaleda, el de la avenida Luis Buñuel. También se extendió otra cola por la avenida de La Palmilla.

Dentro del estadio, los seguidores completaron todo el anillo inferior de la grada de Tribuna y parte de la zona baja de Fondo y la esquina con la parcela de Gol, junto a la Grada de Animación. En conclusión, un acontecimiento que fue considerado como un éxito y un chute de autoestima y vitamina malaguista para la plantilla cara a reanudar la Liga mañana, precisamente también en La Rosaleda, contra el Tenerife a las 18.30 horas. Entre los presentes, mucho optimismo por sacar la temporada adelante y conseguir la permanencia, que el Málaga, penúltimo, tiene a dos puntos.

Precisamente para este próximo encuentro, el primero oficial de 2023, el Málaga regaló entradas a los niños presentes menores de 14 años, aunque no hubo para todos. Se repartieron por orden de entrada unos vales con un código canjeable de forma gratuita en la web del club. Había preparadas 2.000 de estas entradas y en la entidad pensaban que iban a sobrar, pero se agotaron en media hora.

Además de esto también hubo personas pintacaras en las puertas de acceso, la animación de la mascota 'Súper Boke' y carteles donde se explicaba la dinámica de un sorteo de varias camisetas del equipo. Pero la locura total se desató al final del entrenamiento, cuando toda la plantilla, incluido el entrenador, Pepe Mel, se acercó a los aficionados para regalar casi cien balones de fútbol, otras tantas bufandas y, por supuesto, caramelos, habitual en el día de la Cabalgata de Reyes.

Otros jugadores dieron su camiseta de entrenamiento o en el caso del portero Manolo Reina dio sus guantes firmados a cambio de un roscón, que era el trato que le propuso un seguidor con una pancarta especial para la ocasión. No era la única de ese tipo, porque los aficionados se volcaron con esta cita, que fue una de las jornadas de puertas abiertas más multitudinaria de las vistas estos días entre los diferentes clubes del fútbol español.