El Málaga se remitirá a las cláusulas de rescisión de sus jugadores en el mercado

Una operación de crédito, tal y como adelantó este periódico hace un mes, que se cerró a través de LaLiga. Un escenario de tranquilidad que los propios jugadores y empleados del club valoran, incluso detallando que las nóminas se reciben al día y sin sobresaltos. De ahí la posibilidad de elegir ahora por dar continuidad a la base del proyecto deportivo iniciado tan sólo unos meses atrás, cuando la dirección deportiva tuvo que construir un equipo completamente nuevo. Aunque, curiosamente, los que más cartel tienen en el mercado de fichajes ya estaban en el club.

Estos son los jóvenes valores que entre el final de la pasada temporada y el inicio de esta han dado el salto al primer equipo, sorprendiendo a propios y extraños por su potencial. A todos estos, el Málaga los tiene bien atados. Son los casos de Juande, Ramón, Ismael o Larrubia, por ejemplo. Jugadores que recientemente renovaron sus contratos en dos y tres años. Nombres por los que preguntan de forma constante agentes y directores deportivos.

Las cláusulas de todos ellos van desde los seis millones de Ramón hasta los ocho de Larrubia (cifras contando con que el club siga en Segunda, ya que en el caso de subir a Primera se doblarían). Evidentemente, es un mensaje disuasorio hacia el exterior y que viene a concluir que el Málaga quiere crecer a través del rendimiento de estos jugadores en el campo y con la camiseta blanquiazul. Un magnífico anuncio de puertas para adentro, donde el sentido de pertenencia y las posibilidades de ascenso se están empezando a extender, tal y como buscaban los responsables malaguistas.

En esta lista también cabe el nombre de Luis Muñoz, que esta temporada está culminando su etapa de madurez en la categoría y cuenta con contrato hasta 2022. El malagueño y los canteranos citados anteriormente, junto a otros como Escassi, Dani Barrio, Calero o Lombán, forman parte del reducido núcleo de jugadores que son patrimonio del Málaga, y con los que el club, que está muy satisfecho con ellos, pretende crecer en este y en el próximo año. Porque cabe recordar que la actual plantilla tuvo que completarse en verano con hasta ocho cedidos y varios jugadores que acaban contrato el próximo mes de junio.

La reflexión desde las oficinas de La Rosaleda es clara; realizan una ecuación donde se confronta el potencial de liquidez económico con el posible impacto que suponga la pérdida de algún jugador. El rendimiento de la plantilla está siendo mejor de lo esperado y, por lo tanto, no se antoja rentable la venta por un traspaso menor (entendiéndose esto como ofertas de entre uno o tres millones, por ejemplo) de un efectivo de una plantilla cada vez más unida y confiada en sus posibilidades.

Los ingresos a los que podrían aspirar no servirían suficientes, según sus cálculos, como para cambiar el estatus del club, y podría resultar arriesgado. Al margen las consecuencias de una posible baja en el vestuario, el Málaga tendría la tarea de buscar un remplazo en un mercado de fichajes, como es el de invierno, destinado más bien a encontrar remiendos y complementos que apuestas de futuro, lo que aumenta la probabilidad de que este tipo de incorporaciones no cuajen. Como para no pensárselo.