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Del orden cartesiano al descontrol. Así se movió el partido de este lunes en Anduva, que tenía pinta de empate sin goles contemplada la primera media hora del mismo, pero acabó sumido en un correcalles, con cuatro tantos en la segunda mitad y un descontrol ... en el Málaga al que no tiene acostumbrados a sus aficionados. Tres goles en contra sólo se habían visto en dos ocasiones este curso (en el 0-3 del Elche y el 4-2 en la visita al Levante), en una nueva derrota.
Dos nombres propios condicionaron el desarrollo del choque para que se descosiera y se decantara contra las huestes de Pellicer, y fueron dos de los más esperados: el medio centro cedido por la Real Sociedad Jon Gorrotxategi, eibarrés de 22 años y que muy probablemente jugará en la élite la próxima campaña (de vuelta a casa o traspasado a otro conjunto), y el delantero argentino Joaquín Panichelli, préstamo del Alavés, que le ha marcado al Málaga en los dos duelos del campeonato (vio puerta ya en el 1-1 en Martiricos).
Aunque los números de Gorrotxategui, el eje central del trío de centrocampistas con los que viene jugando todo el curso el equipo revelación de Segunda, no resulten a priori espectaculares (dos goles y otras tantas asistencias antes de este lunes, ya tres de cada apartado), su influencia en el juego del Mirandés es enorme tanto en la construcción como en la destrucción.
Las desatenciones del Málaga en su vigilancia costaron muy caro. En la acción del 1-1, sin estar presionado, el 'pivote' guipuzcoano filtró un pase espectacular a Izeta, objeto de penalti. Puga, mal situado, rompió el fuera de juego, aunque hubo que recurrir a la ayuda del VAR para comprobarlo. No contento con eso, cuatro minutos después (en el 61), apareció sólo en el área para conectar a las mallas un centro de Rincón desde la derecha.
Pero faltaba el castigo de Panichelli, ya con nueve dianas y dos asistencias este curso. Ejecutó el penalti del 1-1 engañando por completo a Alfonso Herrero y regaló el definitivo 3-2 a Joel Roca en el añadido. Entre medias casi marca en un remate muy alto desde la frontal del área.
También fue muy determinante la entrada al partido de Larrubia en las filas malaguistas, pero quedó claro que en el desorden, en el descontrol, en ese correcalles del segundo tiempo, el Mirandés salió mucho más favorecido, sin que esta vez Pellicer se atreviera a apostar por el goleador de la jornada anterior, Chupete, que esperó su turno sin éxito frente a jugadores como Sangalli, Aarón Ochoa, Rahmani o Baturina, que no estuvieron brillantes.
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