Galilea, ¡qué fortuna la suya!
Sin mejorar su imagen, dubitativo en ataque y en defensa, un testarazo con bote que no implicaba serio peligro del central malaguista y un grave error del portero de la sub-21 Iturbe encarriló la victoria en el minuto 93
'Galilea, qué fortuna la mía', cantaba Sergio Dalma en uno de sus temas más célebres. Pareció inspirador para el Málaga. Su central Einar, de ... idéntico apellido, resolvió anoche un triunfo para el cuadro de La Rosaleda de la forma más inopinada y en los estertores del partido (minuto 93). Un cabezazo lejano en un saque de esquina, no del todo bien conectado por el central izquierdo local, le planteó unos problemas imprevistos a Iturbe. El balón botó sin mucho impulso, pero la altura del mismo sorprendió al nuevo portero de la selección española sub-21, que no fue capaz de atraparlo.
Alejandro Iturbe, de 1'86 centímetros y 20 años, se había llevado la víspera una grata noticia, su primera citación por La Rojita, por parte de Santi Denia, después de haber sido internacional ya con la sub-16, la sub-17 y la sub-19. Pero un error de cálculo suyo, de esos que nunca olvidará, le costó la derrota a su equipo.
Galilea fue héroe por accidente, y aunque del estreno de local del Málaga lo que se recordará es el resultado, la victoria, las sensaciones que ofreció el equipo no fueron las mejores. Al cuadro blanquiazul se le está atragantando este aterrizaje en la Primera RFEF, pese a vérselas en una categoría inferior. El equipo no da muestras de dominar hasta el momento las áreas. No lo evidenció en Castalia y tampoco anoche en La Rosaleda, en un duelo con otros condicionantes y ante la primera oportunidad de tener que afrontar un partido de local y con la iniciativa en el juego.
Ni siquiera un gol tempranero y una salida convincente allanaron el camino. Un pelotazo en largo desde la defensa visitante y la acción del 1-1 mostraron un agujero defensivo en el sector derecho de la zaga, y en ataque el equipo estuvo muy espeso, con muy pocas ocasiones de gol. Hasta el cabezazo de Galilea. Qué fortuna la suya...
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