El Málaga da la cara y demuestra que sigue vivo (0-0)

El planteamiento fue el adecuado, igual que la intensidad y el sacrificio, pero siguen sin llegar los goles. El partido fue completo desde cualquier perspectiva, salvo la anotadora. Con dos expulsiones y ocho minutos de infarto para los malaguistas tras la roja a Juande, un gran despliegue físico en todas las líneas y un gol anulado por el VAR. Cuando la afición respiraba al celebrar el tanto de Rubén Castro, llegó el mazazo al anular la jugada por fuera de juego de Chavarría. El triunfo hubiera sido lo más justo para un equipo que lo buscó y lo mereció, pero la fortuna no le acompañó tampoco en esta oportunidad.

A Pellicer no le tiembla la mano para tomar decisiones. Igual que quiere tener a todos sus hombres 'enchufados', prescinde de los que haga falta si observa que pueden perturbar el buen funcionamiento del equipo en un momento crítico como el actual (son los casos de Lumor o N'Diaye). Y ante el Levante el entrenador premió el buen trabajo de Las Palmas, apostando de nuevo por un once con tres centrales pese a tener ya a otros tantos medios centro disponibles. Dejó en el banquillo de entrada a Escassi, Genaro y Luis Muñoz para darle continuidad al bloque que empató en Canarias. Y el comienzo fue esperanzador, aunque con menos profundidad que en Las Palmas.

La intensidad del Málaga era máxima, controlando el juego y acercándose cada vez más al área rival, si bien los hombres de Javi Calleja estaban muy advertidos tras el anterior partido y se esforzaron defensivamente para neutralizar sobre todo el arranque blanquiazul. Pero el cuadro de Martiricos insistía en su trabajo sin desesperarse, poniendo en práctica lo preparado y cierta variedad de acciones ensayadas. Las oportunidades eran escasas, pero comenzaban a llegar. En la primera media hora la tuvo Juande, que intentó pasarla sin éxito a Fran Sol cuando estaba en posición de remate de cabeza; luego fue Cristian quien buscó la sorpresa con un disparo desde la derecha y Ramón, desde el borde del área, disparó fuera tras una gran jugada de Lago Junior.

Y en este tiempo también pudo señalarse, en su caso, un penalti a Villaba, que fue golpeado levemente en una acción individual, pero el jugador del Málaga ni tampoco ningún otro compañero se quejaron ni protestaron abiertamente, lo que dejaba muy claro al árbitro que fundamentalmente el futbolista afectado entendía que no existía infracción alguna. En otras acciones, asimismo, se pudo observar también un escaso oficio de los blanquiazules, que estaban muy centrados en la labor táctica y lo planificado para el crucial choque.

El escenario era el pensado, pero el rival iba avisando de vez en cuando. Su peligro arriba era evidente y los desajustes llegaban en la defensa local en algunas ocasiones: Iborra pudo rematar completamente solo y De Frutos tuvo otra ocasión para marcar. Con un juego abierto y con la sensación de que el Málaga había desaprovechado la posibilidad de poner al comienzo por delante se llegó al ecuador de un partido vital para ambos equipos, si bien la delicada situación del cuadro blanquiazul lo colocaba como el principal necesitado.

El Levante quiso mostrar su jerarquía en la reanudación, apretó más y quiso poner contra las cuerdas al Málaga en los primeros instantes. Pellicer reaccionó e hizo los primeros cambios de inmediato. Quitó a un Fran Sol sin apenas opciones y a un Ramón que alternó buenas acciones con imprecisiones para dale entrada a dos delanteros (Rubén Castro y Chavarría. Era una apuesta ganadora, en busca de la victoria, pero el destino le aguardaba otra novedad terrible a los blanquiazules: una nueva expulsión con media hora por delante y empatados. Juande vio la segunda amarilla en una entrada fuerte cuando tenía una tarjeta, aunque no fuese demasiado justa la primera.

El ambiente se teñía de negro por completo, la esperanza se desvanecía y dejaba el futuro más negro que nunca. Pero ocho minutos después apareció la luz al final del túnel con una dura entrada de De Frutos, que vio inmediatamente la roja. El gran susto pasó, todo se igualaba de nuevo y era el momento de mostrar de qué era capaz un Málaga sin tiempo y en un momento agónico. Había que reorganizar las piezas en unos minutos en los que el partido se abría más y más.

Pudo adelantar Lago Junior al Málaga en una acción por la izquierda, pero le suerte no acompañaba. El equipo blanquiazul lo buscaba de todos modos y parecía que al fin cambiaba el destino, que se hacía justicia: Rubén Castro marcaba el gol que le daba la vida, pero actuó el VAR y se lo quitó por un mínimo fuera de juego de Chavarría. Otra vez llegaba la tristeza, la decepción, la angustia y la zozobra... Aunque el equipo blanquiazul dio la cara...